El Café De La Calle Nueve

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No me gusta mucho perder la costumbre, no me siento yo si no hago lo que me gusta a la hora que tengo pensado. Soy un poco compulsiva, no puedo ver una blusa o camisa mía descomodada o en la escala de color en la que no debe, no me gusta que si tocan un vaso no lo usen. Tengo problemas con el control de mis hábitos pero soy así. Soy muy feliz haciendo toda sola, desde ir por una comida a las cuatro de la tarde, y sentarme cerca de la ventana por que el aire hace bien, y pedir a Carrie, la camarera que me traiga lo de siempre, o un buen capuchino o una buena cerveza de raíz, con mi sándwich de pan integral con dos rebanadas de jamón de pavo, eso es importante, con sólo una rodaja de tomate, y con solo un poco de queso y ketchup, sin olvidar la porción de papas. Me encanta sentarme y ver a la gente pasar, escuchar las platicas de todos en el lugar, y el ruido de los transeúntes de abajo, es lo usual y para mi eso esta bien.

Pero bueno esa mañana mis planes se vieron cambiados por que en el trabajo nos llevaron a comer a un buen restaurante en las afueras de la ciudad, un lugar caro y reconocido, y esa salida se debía a mi por que me metí en la cabeza hablar del problema con la legalización de cierta sustancia en la columna del periódico. Amaba sentarme en el jardín hasta las tres y alas cuatro mi comida después de las cuatro y media de la tarde volvía a casa y atendía un pequeño consultorio médico donde me iba muy bien, pocos, si no es que nadie sabían en mi empleo sobre que era médico, no me llevaba con nadie y a menudo era reflejo de burlas. Cosa que me daba más que igual. La gente de bajo índice económico se formaba por mis consultas, las cuales no ha pasado por mi mente cobrar. Se que todos le que me ven en la calle piensan cosas como, que mi vida es triste, sin amigos, y casi siempre hablando a solas, que prefiere sentarse en la banca del parque a la hora en que el sol muere en las colinas. Pero así vivo muy feliz.
No recuerdo como es que acabé en esto, en un instante salía con alguien que me trataba mal y yo solo era más que amorosa, y bueno después de hacer lago tonto como salir en sostén deportivo en lugar de una blusa a correr o quizá no lo se llevar la bebida incorrecta todo acabó, pero fue mi comienzo, por que e descubierto lo que me gusta y me volví adicta a la soledad, y así fue como comencé mi viaje de ayuda con la medicina, el trabajo como columnista en la revista fue más bien algo de improvisto.

Llevaba un vestido sencillo de color café con una chaqueta de mezclilla y unas botas de tacón no muy alto color marrón, con un bolso cruzado de color café, el cabello recogido en una coleta dejando unos mechones de cabello hecho rizos sobre mi frente, un delineado de gato unas mejillas no muy rosadas y un labial rojo, cuando llegue al lugar todo estaban vestidos muy elegantes, todas las chicas llevaban vestido largo y collares muy brillantes, hombres vestidos de traje y tomándose muchas fotografías. Al llegar todos me vieron de manera extrañada y una chica me dijo en tono molesto y pedante.

-Alcázar era una comida elegante no un paseo por el parque - todo su séquito de chicas río bobamente -

-Es un vestido elegante, y es que el estilo es el lenguaje del pensamiento, un pensamiento bien vestido como un hombre bien vestido se presentan mejor, por eso ustedes vienen tan lindas chicas, su presencia es grata para la vista - alguien dijo una vez que no es bueno reprender el pensamiento de alguien, así que en vez de ello, los dejo ser -

Me senté enfrente del jefe en la larga mesa de más de viente personas, el camarero me sirvió vino, mi cabeza explotaba solo de ver que desacomodaban los tenedores o el sonido del rozar de los platos, que el mantel no estuviera en la misma raya que del otro lado, solo deseaba levantarme y poner todo en su lugar. El jefe gordo de cabello cubriendo su calvicie, y un bigote de mal crecimiento, choco la cuchara en la copa llena de vino para llamar la atención de todos los que no dejaban de hablar.

-Es importante nombrar esta tarde a las personas que hicieron esto posible, empezando por el artículo de la semana de la moda, sustancias prohibidas y chicas al ataque, todos escritos por nuestra gran compañera de trabajo, Alcázar, es muy placentero trabajar con alguien tan dedicada - todos aplaudieron con pesar y en cierto punto molestia - No hay comentario sobre un momento gracioso o un comentario fuera del trabajo no hablas mucho pero bueno eso no te impide ser genial- un hombre de una de las mesas del fondo se cayó al piso y comenzó a tener un ataque, todos los del lugar se acercaron a ver, y una mujer que era mesera comenzó a gritar desesperada por un médico, yo solo pensaba si aun no se esta bronco aspirando no me levanto de la mesa, pero luego sucedio ruidos ahogados intentando respirar, me levante corriendo y pasé esquivando a la gente que se amontonaban a ver -

Cuando Nos Descubra La Casualidad Where stories live. Discover now