El Gran Día

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Desperté temprano, los nervios me quitaron el sueño por completo, no paraba de pensar en comoseria la boda, faltaban solo unas horas, fui a darme una ducha en el jacuzzi, estaba pensado y pensando y en algún punto bueno recordé cuando lo conocí, es que jamás voy a poder olvidar ese día, cuando lo vi y me miró, o cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando puse mi primer blusa en su closet, cuando pasábamos horas en el sofá abrazados por el frío, cuando vimos las dos bolitas en el monitor o cuando supimos que eran niñas, había pasado muchos momentos perfectos con Tom, muchos se jactaban de tener un momento difícil, pero una relación no puede ser fácil, aquel que no prueba que puede pasar todas las dificultades que la vida nos pone con una persona, solo demuestra que solo pelea por si mismo. Se que acepté muchas cosas estando con Tom, y decir que fue solo por él, seria tonto, por él no cambié, más bien el me ayudó a cambiar, y yo lo ayudé a el, me ayudó a superar mis fobias, mis actitudes, y yo le ayudé con sus problemas de sueño y con todo lo demás. No eramos las mitades de una naranja que embonaban de forma mágica, por que a ninguno le hacía falta un pedazo y aún si fuera ese el caso, no completabamos al otro, solo le acompañabamos. Lloré un pcoo y luego sali de la ducha a ponerme la ropa interior y la bata para que fuera a maquillarme, las damas comenzaron a despertar y esperamos a los maquillistas. Todos estaban contando cosas graciosas para que no me pusiera nerviosa, nos dieron un pequeño desayuno, tampoco quería ponerme mal. Me estaba gustando el maquillaje, me veía más que bien, jamás me sentí tan bella como cuando iba a ponerme un vestido de princesa, era como ser niña. Todas las damas estában casi listas al igual que yo, la madre de Tom y y sus hermanas se acercaron a mi.

-Hola linda - ella es muy dulce, traía algo en la mano y ya me imagina que era - Siempre supe que Tom iba a casarse con alguien que fuera justo como el, creo que los dos son como dos de la misma persona, y te prestaré una reliquia de la famila, espero que Emma y Sarah lo usen, así como espero que un día mis nietas lo usen, aunque yo ya no esté, esto será el pedacito de los Hiddleston - era una peineta con perlas blancas, se veía hermosa - Algo viejo - 

-Yo traigo algo para ti, sabes que somos amigas, tu futuro esposo y el mio son como niños y juegan con sus tazas de te, platicar contigo es lo más cercano a una hermana - ella se acercó a prestarme un brazalete de pequeños brillantes de plata - Algo prestado, una boda no puede pasar sin esto - 

-Yo tengo - Scarlett se acercó con un anillo algo discreto con un diamante - Algo azul, debemos seguir la tradición, no queremos muchos años de mala suerte, tienes todo los que las tradiciones dictan y ahora solo hace falta que todas se pongan los vestidos  incluyendote - todas sonrieron al verme y eos me puso sentimental - Luces perfecta - 

-Basta o voy a llorar y se va a correr mi maquillaje - me levanté de la silla - Tienen toda la razón deben de ir a vestirse, debemos estar a tiempo, no puedo llegar tarde el día de mi boda - reí y negué para ir por el vestido ya era hora de ponerme lo y salir - Las veré en unos minutos, ya lucen hermosas pero falta el vestidos zapatos los ramos y vestir a mis hijas - 

-No no tranquila, ellas ya están listas hace horas, no tienes de que preocuparte, solo debes de estar lista si, incluso el novio ya estaba casi listo así que solo relajate - jamás creí decir que era el día de mi boda, y se oía más hermoso cuando decía el nombre de mi futuro esposo - Te dejas acabar, no tarden - me ayudaron a ponerme el vestido, no era tan esponjado pero si que costaba trabajo, temia que no me cerrará pero al final si que lohizo - 

Me senté a esperar a las damas, aun no me acomodaba el velo ni nada de eso pero Emma y Sarah fueron a ayudar a su madre a terminar de arreglarse, estaba pensando en como seria la boda, en como seria la luna de miel y bueno, estaba muy nerviosa, temblaba de miedo y sentía frío en todo el cuerpo, me abrigué un segundo con el abrigo de Scarlett, que era un abrigo negro enorme y caliente. Llamaron a la puerta así que tomé las puntas del vestido para poder ir hacia allá sin caer. 

Cuando Nos Descubra La Casualidad Where stories live. Discover now