Capitulo 7. El Traslador

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Estaba parada, mirando los rayos, nada de mi cuerpo se movía, solo cuando una extraña mascara salió de la oscuridad tratando de comerme, por lo que me habia puesto a correr, y a mis lados caian los rayos, alce algunos muros detrás de mi, para luego derrapar, pero cuando alzaba la vista, algo en el cielo, me produjo un espanto, tanto que me hizo sacudir.

Ah no, la señora Weasley me andaba levantando, la mire con ganas de matarla, quería saber que pasaba, pero casi me da un escarmiento por la manera en que la veía, aunque no me lo dio, tan solo me señaló que me apresurara para salir.

—Tienes una cara Des —dijo Hermione, cuando Olivia y Ginny se fueron abajo.

—Alguna vez te dije que soy clarividente —le dije pensativa.

—No me digas que te crees como la profesora Trewalney —voltee los ojos y mire hacia otro lado, sabia que eso pasaría, Hermione no me lo creería.

—Bien, hoy algo pasara, algo horrible —señale molesta.

—Des —dice Hermione.

—No me creas, tan solo espero como todo lo que a pasado sea un sueño —dije tomando mi mochila de viaje, con mis cosas en ellas, la escoba que usaba en los partidos estaba con el equipo, tan solo llevaba mi uniforme y ropas extras.

—¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? —pregunte cuando llegue a bajo, frotándome los ojos y sentándome a la mesa.

—Tenemos por delante un pequeño paseo —explicó el señor Weasley.

—¿Paseo? —se extrañó Harry—. ¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

—Ya quisieras —bufe mientras me acostaba entre un huequito formado por mis brazos.

—No, no, eso está muy lejos —repuso el señor Weasley, sonriendo—. Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de quidditch...

—¡George! —exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltando a todos.

—¿Qué? —preguntó George, en un tono de inocencia que no engañó a nadie.

—¿Qué tienes en el bolsillo?

—¡Nada!

—¡No me mientas!

La señora Weasley apuntó con la varita al bolsillo de George y dijo:

¡Accio!

Varios objetos pequeños de colores brillantes salieron zumbando del bolsillo de George, que en vano intentó agarrar algunos: se fueron todos volando hasta la mano extendida de la señora Weasley.

—¡Os dijimos que los destruyerais! —exclamó, furiosa, la señora Weasley, sosteniendo en la mano lo que, sin lugar a dudas, eran más caramelos longuilinguos—. ¡Os dijimos que os deshicierais de todos! ¡Vaciad los bolsillos, vamos, los dos!

Fue una escena desagradable. Evidentemente, los gemelos habían tratado de sacar de la casa, ocultos, tantos caramelos como podían, y la señora Weasley tuvo que usar el encantamiento convocador para encontrarlos todos.

¡Accio! ¡Accio! ¡Accio! —fue diciendo, y los caramelos salieron de los lugares más imprevisibles, incluido el forro de la chaqueta de George y el dobladillo de los vaqueros de Fred.

—¡Hemos pasado seis meses desarrollándolos! —le gritó Fred a su madre, cuando ella los tiró.

—¡Ah, una bonita manera de pasar seis meses! —exclamó ella—. ¡No me extraña que no tuvierais mejores notas!

Destiny y El Torneo de Los Tres Magos [DEH#4]Where stories live. Discover now