Prólogo

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La Clave de Sol era una cafetería famosa en la ciudad, siempre se encontraba llena, podía decirse que era gracias a muchas razones: servían un buen café, los postres eran deliciosos, tenían música en vivo dos veces a la semana y sobre todo por el lindo chico que atendía en la barra.

Razón principal por la que Keyla se encontraba ahí; quería acercarse a él y hablarle, decirle que le parecía el chico más lindo que había visto en toda su estadía en esa ciudad y que no podía sacarlo de su mente, claro que por obvias razones eso no iba a pasar. Sería como un ataque a ella misma y estaba segura que sólo lograría conseguir el temido rechazo del que todos hablaban siempre.

Se acercó un poco temerosa a la barra que, aunque estaba con unas cuantas personas, no era un inconveniente como para ir y pedir algo.

—Hola, bienvenida a La Clave de Sol, ¿qué deseas ordenar? —le dijo el chico sonriente.

Su pelo castaño lo llevaba un poco desordenado ese día y a lo lejos Keyla podía sentir el aroma de su colonia, él la miró a los ojos provocando el sonrojo en las mejillas de la chica quién pidió internamente las fuerzas para poder seguir con esa conversación.

—Qui-quisiera un latte de vainilla por favor—habló, el castaño asintió y marcó en la registradora su orden.

—Serán dos con cinco centavos—le dijo—. ¿Deseas espuma extra? Es gratis el día de hoy—aclaró, Keyla sólo asintió. El chico sonrió y se volteó para poder hacer su pedido.

Le sirvió su latte en menos de cinco minutos y se lo entregó con una linda sonrisa.

—Aquí tienes lo que ordenaste, espero que te guste y vuelvas pronto. Disfrútalo—le dijo, Keyla sonrió tímida, siempre le decía las mismas palabras y ella siempre volvía para escucharlas. Tomó su pedido y se dirigió a una mesa cerca para poder tener una buena visión de él.

Consiguió un buen lugar y se acomodó en la silla, de su bolso sacó una libreta y leyó todas las ideas que tenía en mente para poder entablar una buena conversación con el chico.

«Sólo salúdalo e invítalo a salir» anotó, era la primera idea que obviamente fue tachada por su extrema timidez hacia él.

«¿Qué quieren los chicos?»

— ¿Y si finjo que hago una encuesta para sacarle información? No, eso es bastante tonto—pensó al verlo, sin embargo se le ocurrió algo más interesante.

Empezó a anotar varias preguntas que podría hacerle a algún chico que no conociera para que pudiera él revelarle lo que realmente quieren los chicos, adicionalmente, conseguiría muchas respuestas para poder crear un plan e ir a hablarle a ese castaño.

No era una mala idea en ese momento y pensó que no tenía nada que perder.

Y a decir verdad, fue más lo que ganó gracias a esa encuesta que lo que podía perder al hacerla.

Lo Que Quieren Los ChicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora