XIV

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–No puedo... lo siento.– Yellow cayó de rodillas rendida. Sus Pokémon corrieron a abrazarla para darle su cariño, lo que más necesitaba en ese momento.

Desde tempranas horas, Yellow estaba en el gimnasio de Green haciendo lo que nunca hubiese hecho: hacer que sus Pokémon luchen entre ellos. Esa había sido su decisión tras salir del monte Plateado, pero poco duró.

Al principio gritaba órdenes de forma autoritaria. Quería hacerse fuerte en cosa de minutos, y sus Pokémon al verla diferente solo se limitaban a obedecer. Tenía una razón para estar así, y esa era un corazón roto.

Pero horas después, Yellow no soportaba ver como sus queridos amigos se lastimaban entre ellos por un simple capricho. No podía ver eso, sus pequeños amigos eran todo para ella. Su corazón tomó el valor necesario para olvidarse de Red, ya no lo quería ver nunca más...

Por el contrario, el destino no estaba de acuerdo con su decisión, pues por el cielo volaban a la par un Charizard y un Aerodactyl en camino a ciudad Verde.

–El equipo NeoLyce es un rival duro.– Comentó Green desde el lomo de su Pokémon a Red.– Pero tendrás otros rivales, Blue por ejemplo.

–¿No crees que estén felices de mi regreso?– Preguntó Red intimidado por las acciones que podría tomar Blue.

–Red.– Green lo miró de forma asesina. Era una pregunta realmente estúpida, pero al menos demostraba que el chico había vuelto a ser el mismo.

–¿Qué les digo?– Preguntó Red retomando su tono preocupado al no saber qué hacer.– Dudo que unas disculpas arreglen todo.

–Hasta aquí llegó mi servicio.– Green se escapó de su amigo acelerando el vuelo. Red ya estaba grande para arreglar sus desastres solo.

Algo que sorprendió a Green fue que la actitud fría de Red fue solo una máscara, pues su verdadera personalidad, inocente y aventurera seguía en pie. De hecho, ya irradiaba esas características en una cosa de horas. Una máscara... La clave para lidiar con la ira de Blue.

En la base del equipo NeoLyce, los líderes ya reconocidos como Lance y Pryce bebían un café cargado cada uno, con toda la tranquilidad posible. Tenían a ambas regiones a sus pies, y los DexHolders no causaban problemas. Todo estaba bien, y se pondría mejor gracias a las noticias de un integrante del equipo.

–Señores.– Mencionó un integrante cualquiera al entrar a la sala de sus jefes.

–¿Noticias?– Preguntó Lance dándole la espalda mientras admiraba el paisaje desde su base en las alturas del monte Plateado.

–El objetivo se dirige a ciudad Verde.– Informó el recluta con una sonrisa ya que ese anunció merecería un aumento de salario.

–Fue más rápido de lo que esperaba.– Mencionó Pryce bastante satisfecho y algo sorprendido por la noticia.

–Querido Pryce, a tu edad todo pasa más rápido.– Lance se burló un poco de su camarada, después de todo él se conservaba joven.

–Preparen todo.– Pryce ignoró a Lance y dio la orden al recluta que se retiró para expandir la información a los demás y llevar a cabo la continuación del plan.

Luchar contra hordas de Pokémon tipo hielo o dragón ya era rutina para Blue, Crystal, Silver, Ruby y Sapphire quienes pateaban traseros con gracia y elegancia.

Pero de un momento a otro, los Pokémon rivales fueron regresados a sus Pokeballs y como si se tratase de Rattata escapando, los reclutas se retiraron sin dejar rastros ni explicaciones.

–¿Tendrán que ir a almorzar?– Preguntó Sapphire mirando confundida a Blue y Ruby, estos tenían la misma cara de confusión.

–De seguro algo traman, por lo que hay que seguir atentos.– Respondió Ruby inseguro buscando en vano alguna señal de la retirada.

–Iré a ver a Yellow.– Anunció Blue regresando a Nidoqueen a su pokeball para que descansara tras la pelea.

Por su lado, Silver y Crystal también extrañados por los movimientos de la amenaza empezaron a bajar la guardia poco a poco, caminando por ciudad Malva. El chico de ojos plateados había accedido a acompañar a Crystal al orfanato para ver como se encontraban los niños que tanto estimaba su amiga.

Blue entró lentamente al gimnasio y vio a Yellow dormida junto a sus Pokémon. No le costó mucho entender lo que había hecho su amiga. Luchar. Algunas marcas en los cuerpos de los Pokémon eran una clara evidencia. Poco a poco Yellow se despertó.

–¿Como estás?– Preguntó Blue sonriente, ofreciéndole un vaso de agua fresca. Lo que su amiga necesitaba era algo de felicidad, por último falsa.

–No sé que hacer Blue.– Respondió Yellow aceptando el agua que bebió de un gran sorbo. Curar a sus Pokémon había gastado su energía.

–Por ahora debes relajarte y despejar tu mente.– Aconsejó Blue acariciando el cabello rubio de su mejor amiga.

Green y Red estaban cada vez más cerca de ciudad Verde. El destino los dirigía al gimnasio de Green. La distancia era cada vez menor. Aterrizaron a un par de metros, guardaron a sus Pokémon y se miraron a los ojos entre amigos. Un silencio incómodo acompañaba el ambiente, no sabían qué hacer exactamente. ¿Por qué el gimnasio? De seguro las chicas estaban en alguna de sus casas. Era cosa del destino.

Ya en la puerta, un ruido que no se oía hace cuatro años interrumpió el silencio. Las Pokédex sonaban. El mismo sonido emitido desde cuatro aparatos electrónicos provocó sensaciones diferentes variando según el dueño de dicho objeto.

Toda la arrogancia que caracterizó a Red por cuatro años pasó a ser una tonelada de miedo y ansiedad. Al atravesar la puerta enfrentaría a Blue y Yellow. No tenía ni una idea de qué pasaría, solo sabía que estaba ansioso.

Green y Yellow compartían emociones. En ambos casos era una mezcla de intriga y satisfacción. Al fin estarían los cuatro reunidos. Pero la forma en la qué se desarrollarían las cosas era un misterio visto desde dos lados.

Blue rodó los ojos enojada, más bien furiosa. El ruidito de la Pokédex la irritaba más cada segundo que pasaba. El idiota que desapareció y lastimó a todos sus cercanos, tenía la dignidad de volver a dejar más desastres. De forma disimulada, tomó una pokeball y miró fijamente la puerta esperando que se abriera.

La transformación de Red.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora