Luz

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—Dum, te olvidaste la última carta.
— ¿Qué?
Yerg me despertó del sueño que estaba proyectando con ojos abiertos. La mitad de mi cuerpo ya estaba en el exterior, en la luz. Captaba tantas cosas con los diferentes sentidos que simplemente me congelé.
Oía cómo seguía hablándome, pero no le presté ni la más mínima atención. Miré todo con detenimiento, asegurándome de que no se me escapaba nada para poder anotarlo luego.
Algo blanco arriba me impactó y me hizo retroceder.
— ¡Cuidado!
—No mires hacia arriba. Hay algo brillante que... lastima.
—Hay muchos puntos celestes y blancos...
— ¡Deja de mirar!
—Está bien. Está bien. Toma la carta.
Si bien me sentía perdido, ya había vuelto al mundo terrenal, listo para la última carta. Extendí una mano y parpadeé varias veces antes de enfocar las letras.
—Hasta ahora, llenamos las cartas de versos y rimas, de lo positivo del arriba, pero todo tiene su lado oscuro. A donde vas, los peligros abundan, razón por la cual muchos de los tuyos perecieron al inicio de su viaje.
»Nosotros no queremos que tengas el mismo final porque a ti no te mueve la rebeldía de la revolución. Algo te llama a subir, no es un capricho tuyo, y porque tu caída no es nuestro deseo, te guiaremos hasta nosotros, para que puedas aprender a vivir en este mundo.
»Cuando la luz te golpee, ve a la izquierda hasta el gran árbol muerto. Luego, camina hacia el frente otra vez.
Nos quedamos en silencio en un segundo. Yo ya estaba listo para continuar.
—Espera, aventurero. ¿No oíste la parte de "los tuyos perecieron"? Al parecer, otros antes que nosotros emprendieron este mismo viaje pero por otros motivos, y no lo lograron. Tenemos estas cartas. Usémoslas.  

***

—Bien. Adelante.

—Si bajo nosotros vives, si desconoces el arriba y oyes pisadas en tu eterna noche, no abras este sobre. Pero si escuchas susurros y no le temes a la luz cuando ante ti aparece, lee con atención las siete cartas que te hemos dejado y abandona tu oscuro hogar. 

—Eso ya lo hicimos.

Respiré hondo e hice de cuenta que no oí nada. Saqué la carta del sobre y leí:

—Si el arriba quieres conocer, seis cartas más debes leer, pero no te distraigas pensando de más, pues las respuestas se te darán con cada paso que das.

»Grandes son los seres que pisan la tierra; siempre respetuosos de primera.

»Si sigues leyendo es porque algo grande te llama, o porque estás llamado a algo grande y, como tal, debes empezar desde abajo.  

—Bien. La última parte habla sobre dónde encontrar la carta. ¿Dónde la encontraste?   —preguntó de repente inclinando su cabeza a un costado.

—Junto al arroyo.

—Y la del medio sólo nos informa que aquí hay criaturas enormes, pero que no nos harán daño.

Claro que sí. Hacía meses que había llegado a esa deducción, pero permitió que prosiguiera con sus diferentes hipótesis y conclusiones. Estar parado sobre esas hebras verdes le alcanzaba para mantener la calma.

—No debemos olvidar el respeto.

Asentí. Yerg, al no estar acostumbrada a charlar —menos con un chico —, aprovechaba cualquier oportunidad para provocar sonidos con sus cuerdas vocales.

—Esta es la carta más importante porque significa que has emprendido el viaje. 

»Junto al agua estaba; aquí, gotas caen. Las raíces se sumergirán, pero los árboles sólo trepan.

»El silencio que conoces, con murmullos se quiebra.

»Todo lo que aparenta, terminará de cabeza. 

—Otra vez los árboles... ¿Cómo lucen?

— "Terminará de cabeza" — murmuré para mí —. ¿Se parecerán a las raíces pero de cabeza?

—Es posible. Y también aparece otra vez el tema del silencio que no perdura. ¿Alguna vez escuchaste algo raro?

—Emm... De niño decía que escuchaba cosas, pero no lo recuerdo bien. Me convencieron de que no era nada.

—Bien, continúa — exclamó algo decepcionada.

—Te has metido en las raíces buscando las figuradas. Tú sabes bien dónde dicen que yacen, mas, a fin de cuentas, son sólo un par de leyendas. 

»El miedo y el cambio impulsan grandes historias, porque adaptarse no quisieron y bajo el temor vivieron.

»La vida arriba no es fácil; para eso debes ser hábil.

»La valentía importa si la esperanza no se aparta. 

—Nuestros ancestros solían vivir arriba, pero porque la vida era muy difícil, se acobijaron en lo subterráneo.

—En realidad, no es que la vida arriba fuera difícil, sino que lo era para ellos, porque no eran hábiles.

—Entonces, nosotros debemos serlo. Adelante.

—Libertad es una palabra que no te suena. Allí arriba es real, pero existen...

— ¿Qué fue eso?

— ¿Qué cosa?

Mientras leía, olvidé totalmente que debía ser consciente de mi entorno. Por más que su vista estuviera más adecuado a ese lugar, los otros sentidos no podían volverse inútiles, y se encontraban en una tierra desconocida. Los peligros podían vivir en cualquier rincón.

—Un animal, pero... está arriba. Se acerca... ¿y se aleja?

—"¿Sabes lo que es volar? No, porque cortaron tus alas".

— ¿Estás diciendo que son esas criaturas grandes que atraviesan los aires y con sus garras...?

—Esos son cuentos —la interrumpí antes de que entrara en pánico—, pero creo que pueden ser esas criaturas. En fin, si se alejó...

—Eso parece —dijo Yerg sin despojarse por completo del miedo.

—Libertad es una palabra que no te suena. Allí arribas es real, pero existen leyes naturales que, si te atreves, desafiar puedes.

»El castigo será divino; siempre ha sido el mismo, porque cada acto consecuencias trae, consecuencias impuestas desde los primeros tiempos.

» ¿Sabes lo que es volar? No, porque cortaron tus alas.

No fue necesario resumir estas palabras: debíamos tener cuidado y punto. 

—La luz han querido tapar, pero tú sueñas con ella. Ansías su calor, necesitas su brillo, porque sabes que acobija y no abandona, que permite crecer y de guía sirve. 

»Mira lo que tu mente ha amplificado, lo que ha imaginado sin conocer que aquella potencia es poca. 

—Es decir que las luces de la mina son insignificantes al lado de las de aquí... pero no están tan mal...

Para no responder a futuras preguntas, obvié el comentario de que yo sí sabía que podía ser mucho peor. 

Repasamos las dos últimas y concluimos que debíamos cuidarnos de las criaturas que habitaban allí —sin faltarles el respeto—, la esperanza y la habilidad no podían debilitarse y, si bien las luces eran bonitas, las sombras nos protegerían mejor en este mundo nuevo.

Sin nada más que acotar, giramos hacia la izquierda, concentrándonos en hallar el árbol muerto, fuese lo que fuese. Me aseguré que lo distinguiría cuando lo viera.

Siete CartasWhere stories live. Discover now