VI

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"Ante él sentimiento del deber enmudecen las más rebeldes pasiones"—Immanuel Kant.

—¡Kuroko-sama, buenos días!.

Ese fue él entusiasta saludo de Minami quien esbozaba una hermosa sonrisa radiante de buenos ánimos. Aunque para Kuroko fue demasiado obvio él notar la tensión en sus mejillas y lo incierto de sus ojos con dos bolsas oscuras maquilladas de manera descuidada.

–¿Desde cuando dejé de ser "Tetsu-kun"?–atinó a responder mientras tomaba asiento, la mujer se mostró brevemente descolocada.

–No se nos permite tutearlo desde ahora, lo siento. Son ordenes–dijo con una sonrisa aún más tensa en sus labios rojos.

–Vaya, de verdad se esfuerzan en quitarme mi humanidad para construirme en una verdadera incubadora de carne–masculló impertérrito y notó de inmediato el arrepentimiento en los ojos de la doctora.

La mujer apartó la mirada y la fijó los papeles en sus manos. Fingió organizarlos brevemente para luego carraspera demasiado temblorosamente.

–He analizado a los Alfas hace unos minutos, he aplicado varios exámenes y los lleve a consulta unas dos veces y puedo decir con seguridad que tengo un perfil psicológico completo en estas carpetas–le entregó seis carpetas de diferentes colores, los cual él supuso que eran por él color del cabello de cada uno–Te sugeriría que los leyeras, te darán tranquilidad.

–¿Tranquilidad de qué?

–¿De quienes serán los padres de tus hijos?–balbuceó.

Kuroko suspiro demasiado fuerte.

–No veo la necesidad de tal cosa, no conviviré con ellos mas de lo estrictamente necesario–respondió tranquilamente

–Tendrás qué , ellos lo requerirán.

La mirada del peliazul se ensanchó de tal manera que daba la impresión que sus orbes se fuesen a salir.

–¿Requerirán él qué?¿Tenerme de su puta comunal privada?–estalló mientras escupía las palabras con veneno. La doctora se alarmó y levantó dos manos para tranquilizarlo

–¡Por dios, no!–exclamó–Como dije antes, estuve en consulta con ellos previamente y todos consistieron en una cosa.

–¿En qué?–enarcó una ceja

–En querer estar cerca de ti después del nacimiento de cada bebé.

Fue como un golpe de agua fría sobre su cabeza y mejillas rojas.

Omega SigmaWhere stories live. Discover now