XIV. "Siente como yo"

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No supo, no quiso saber, como fue que los Alfas se acomodaron esa noche porque después de aquel extenuante e inútil acercamiento con los Alfas se había dado un encerrón en su cuarto.

Sin embargo los había olido, parados detrás de la puerta. Aunque cedieron uno a uno. Era realmente extraño olerlos, pero no en la manera en la que él esperaba.

La base se dividía en dos grandes secciones, la primera fungía como una casa para él, contaba con diez habitaciones amuebladas y con baños individuales, la cocina, tres baños comunales enormes, áreas climatizadas, canchas deportivas, una biblioteca de dos secciones enormes, alberca olímpica con tres versiones mas pequeñas y cinco estudios separados. Además de un sofisticado sistema de reacción automatizada a la voz de Kuroko. Todo esto está pensado no solo para él, sino para sus cachorros también (la guardería a oscuras que estaba cerrada bajo llave a un lado de su habitación era un excelente recordatorio).
La otra parte era mas restringida, había laboratorios, consultorios médicos de todo tipo e infinidad de habitaciones de carácter científico que él desconocía y prefería ignorar. La mayoría de las habitaciones tenían ventanales por paredes y la cocina y él comedor daban vista al patio principal.

Una parte curiosa de las habitaciones es que tenían interphones, pequeños aparatos a los lados de la cama que fungían como teléfonos que estaban conectados entre si, regidos por números y una tecla especial que tenía él símbolo de Omega en griego que conectaba con la habitación de Kuroko; era como una voz de alarma o simplemente cuando querían comunicarse con alguien en otra habitación.

Claro que Kuroko antes lo utilizaba con sus tíos. Antes.
Había un botón alargado, de color amarillo, abajo del aparato. Un silenciador, nunca lo había presionado, nunca había tenido la necesidad de hacerlo pero ahora se veía severamente tentado a aislarse por completo.

Quizá los Alfas no lo descubran, después de todo, está más o menos escondido a la vista.
Se arrepintió dos segundos después.

–Tetsuya– sonó la voz profunda de Akashi desde él aparato.

Oh, porque por supuesto que sí. Una parte muy grande en su cerebro le aconsejó no contestar y dejar que los Alfas sucumbieran a sus propios esfuerzos pero otra, la racional, le explicó con sequedad que estaba siendo infantil.

–¿Sí?

¿Nos acompañarías a cenar? –su voz grave sonaba agradecida a través del interphone.

–No tengo hambre, pero gracias igualmente.

No, no tenía ganas de verles la cara otra vez y tampoco moría de hambre. Además sentía un extraño impulso, algo atorado detrás de su garganta y que amenazaba con hacerlo desbordarse en cualquier momento.
Tenía que poner en orden un par de cosas, vanidades de ser vivo, como sentir y llorar tal vez. Después podría tratar de entender a que estaban jugando exactamente los Alfas, que quería la organización de él y como demonios iba a afrontar a un futuro tan...imposible.

Tu presencia sería mas que suficiente–aseguró insistentemente pero Kuroko no contestó, es más, bloqueó la comunicación con mano firme.

La comunicación se cortó en un chillido agudo y él suspiró tan escandalosamente como sus pulmones se lo permitieron, incluso tuvo la tentación de retirar el endemoniado collar pero se detuvo a tiempo.
Estando solo, por primera vez en mucho tiempo (no quería pensar en que quizá era desde que nació), de pronto le asaltaron las ganas de llorar y no. Simplemente no.
Llorar no era un tabú, su tío G lloraba constantemente, para ser un agente especial con conocimiento militar y marcial, el hombre era sensible y podía derramar lágrimas cuando las emociones probaban ser demasiadas para él. Kuroko pensaba que nadie sentía tan intensamente como él y que esto estaba perfectamente bien.
Sin embargo, Kuroko había dejado de llorar cada vez que algo lo molestaba a muy corta edad, solo porque sus tíos cometían improperios para que el dejara de llorar y parecía que para cuándo Kuroko dejaba de llorar, ellos estaba listos para soltar lágrimas también.
Kuroko nunca quiso nanas y nunca aceptó a las nodrizas, nunca nadie pudo explicarse porqué. John decía que quizá su naturaleza de Omega era tan potente que rechazaba a las demás Omegas en cuestión y que era algo así como el Omega más dominante en este caso, por eso ni el ni las nanas parecían llevarse bien, esto era una hipótesis que John decía mientras reía con ligereza. Es así como terminó al cuidado de sus tíos quienes resultaron ser la mejor opción; esto no fue tan fácil en su momento, muchos creían que tendría resultados horribles, pero y como John teorizó también, sus tíos lo habían conocido muy joven y habían estado expuestos a él durante tanto tiempo que ya no eran capaces de ver a Kuroko de otra manera que no fuera paternal.

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