XX. "Asfixia"

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Supo quien era mucho antes de abrir los ojos y lo supo porque su aroma parecía quemarle ligeramente en la parte de atrás de la garganta.
Su aroma se coló con más intensidad por entre la telaraña de la inconciencia hasta que finalmente fue conciente de su cuerpo.

–Buenos días, Tetsuya.

Se encogió ante esa elegante voz, calmada y firme. Claro que conocía esa voz, hasta su aura se le hacía conocida.

–¿Akashi?

Casi pudo escuchar una sonrisa altanera crecer en sus labios.
Pero un dolor punzante se instaló definitivamente en su vientre, la boca se le llenó de saliva y su cabeza comenzó a sentirse aturdida. Todo esto lo distrajo de la imagen mental con la misma rapidez con la que llegó.

–Necesito vomitar–gimió y en un instante ya estaba envuelto en los brazos del Alfa y siendo llevado hacia algun lugar, sospechaba que era su baño.

En cuanto lo depositó en el frio marmol del baño y debido al bamboleo imprevisto, sus entrañas se revolvieron violentamente haciéndolo vomitar bilis. Sabía asqueroso y su boca estaba entumecida después de un rato,  tenía contracciones espasmódicas en su vientre que se contraía con violencia en cada arcada.
Todo ese tiempo, con una mano segura en su espalda, sobando y calmando un poco los sudores fríos que le recorrían la espina. 
Después de un rato, mira hacia su dirección y Akashi sonrió.

–¿Mejor?.

Asintió como pudo y dejó su cuerpo flácido para que él otro lo levantase frente al lavabo y lo sostuviera para que se lavase los dientes al menos unas tres veces seguidas y así deshacerse del horrible sabor.

–Hey, no vayas a dañar esos bonitos labios tuyos—murmuró cuando hizo el ademán de lavarse los dientes por cuarta vez pero Kuroko no se sentía con ganas de lidiar con su galantería por lo que le dedicó una mirada muy poco apreciativa. Akashi aceptó su derrota con gracia—Es mejor que vuelvas a recostarte.

Asintió sin convicción y dejó que lo llevase en vilo hasta su cama donde volvió a hundirse entre las sábanas que olían misteriosamente a antiséptico. Ah, eso no ayudaba a su dolor de cabeza.
Respiró hondo y un dolor sordo, extraño e imposible de identificar le sacudió las entrañas.

–¿Ya se fue Aomine-kun?–su voz sonaba asquerosamente asfixiada, pero tenía que preguntar. Lo necesitaba.

–En la mañana, vino a despedirse pero tú estabas dormido todavía–respondió ameno pero evidentemente estaba eligiendo con cuidado sus palabras–Dijo que volvería.

No evitó sonreír ante eso, o al menos eso intentó pero sentía la cara tan entumecido que no sintió sus comisuras levantarse. Se imaginó su voz diciéndolo y la sonrisa en su rostro pretendió ensancharse aún más, sintió algo cálido y suave naciendo debajo de su piel.

Pero.

¿Volver?...La idea aún era tan extraña, era incluso bizarra ¿Por qué querría volver?
Antes no importaba, los Alfas no eran nadie para él, simples instrumentos que contribuían a la causa misma de su existencia. Pero Aomine ahora era...el padre de su o sus hijos, había una conexión innegable y aún así, aún y con eso ¿qué Alfa querría a un Omega que no podría ser suyo jamás? ¿Acaso no era indeseable biologicamente hablando?.
Asqueroso. Usado.
Y es que quizá Aomine pudo cumplir con su cometido porque Kuroko no había sido tocado nunca, quizá no quiera volver al saber que tendría que...
¿Y los demás? Se veían muy seguros al decirle que se quedarían pero eso era antes, antes que...¿Con que ojos lo mirarían después?

Además, irse de su casa, de su hogar, de su familia, solo por un Omega compartido. Imposible. Ridículo.

No, no.
Estaba pensando de más otra vez.

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