XVIII."Caida bajo las nubes".

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–Aomine-san, despierte.

El Alfa no estaba disponible, evidentemente. Solo emitió un bartudillo de palabras inconexas revueltas con gruñidos roncos que finalmente ahogó en el cabello claro de Kuroko. Abrazó mas cerca al Omega que dormía plácidamente escondido en su pecho, prácticamente encima de él en su totalidad. Aomine lo arrulló instintivamente mientras sus manos cobraban vida para acariciarlo con infinita dulzura, asegurándose en sueños que nada perturbara el descanso de su Omega

Pero quien fuera que estuviera hablándole no parecía preocupado por ello.

–¡Despierte en este instante!.

Abrió un ojo de manera perezosa, gruñendo más bajo porque alguien, maldito sea, estaba tratando de sacarlo del cómodo sueño que compartía con el Omega. Una parte de él, la mas racional ya sabía lo que pasaría (y estaba consciente del castigo por no facilitar las cosas) pero el peso del cuerpo de Kuroko era demasiado embriagador para dejarlo ir tan fácilmente. 

–¿Qué. Carajos. Quieres?

Sonaba molesto con el hombre de bata y cubrebocas que estaba parado frente a ellos con un aura hostil y fría. Gruñó mas fuerte en clara molestia, con el sonido rasgándole el pecho desde donde el Omega gimoteó asustado y se apegó mas a él, temblando ligeramente. Fue un acto automático el rodearlo con sus brazos y protegerlo con todo el volumen de su cuerpo de la mirada del hombre. Kuroko, aún dormido, buscó refugio en su cuello, a un lado se su glándula de olor en donde parecia haber encontrado acomodo. Aomine lo dejó.

–No pasa nada...–susurró en su oído mientras veía su expresión relajarse lentamente para volver a ser pacífica. Se giró a ver con molestia al hombre pero moduló su volumen–¿Qué ocurre?

–Tenemos que poner en custodia al Omega Sigma–aclaró seco.

Esta vez, el gruñido que soltó fue suficiente para despertar por completo al Omega quien seguía enredado entre las sabanas y sus brazos.

–¿Aomine...kun?–gimió quebrado y el Alfa se apresuró a tomar la mano del Omega que parecía buscarlo entre la confusión y la somnolencia. Aomine frotó su mejilla con su nariz en un intento de ayudarlo a despejarse, el Omega apreció el gesto con un suave gemido–¿Qué es...?

El Omega frotó sus ójitos mientras Aomine se incorporaba con él en sus brazos, dejando una tierna imagen del peliazul acurrucado en su pecho.

–Omega Si..

Lo interrumpió antes de que dijera algo que lo irritara más. Miró el rostro, mejor dicho los ojos, conocidos y bufó

–Tengo nombre, gracias Henry. Evita los honoríficos por favor–masculló abriendo los ojos grandes y dejando caer su cabeza en las clavículas del Alfa quien seguía enfadado y su aroma salía denso y picante hacia él otro hombre–¿Ya me tengo que ir?

Henry asintió secamente.

–No, no puedes. Estás cansado y apuesto a que no puedes caminar–rebatió Aomine dirigiéndose solo a él.

–Calmate superdotado, pero creo que tienes razón, ni siquiera las siento del todo–se burló con pesadez mientras frotaba su nariz en la piel del moreno en un gesto demasiado nuevo e íntimo pero que no le molestaba.

–Déjenlo descansar, tienen todo él tiempo del mundo. Lo que sea que busquen no va a salir corriendo de su sistema–declaró furioso de pronto hacia Henry–Acaba de experimentar su primer celo, está agotado, ¿podrían evitarle más jodido estrés?.

Henry lo miró un segundo, con poco apreció y cuando habló se dirigió directamente a Kuroko, ignorando el gruñido del Alfa.

–El procedimiento es rápido, está planeado para ahorrarle la mayor cantidad de "estrés" o incomodidad.

Omega SigmaWhere stories live. Discover now