XI."Confia, cree"

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Ya eran alrededor de la medianoche cuando el peso de los párpados de Kuroko finalmente decayeron.

Estaba rodeado de quince Alfas totalmente ansiosos por verlo tan desolado en el centro de la habitación, dormido plácidamente en un enorme y suave puf que se amoldaba graciosamente a su frágil cuerpo. A su lado había libros, libretas, discos de películas y vasos donde quedaban restos de lo que podría ser él mejor batido de vainilla de todo él "mundo mundial"

Habían agotado el tiempo en abrazos y recuerdos de color sepia, repasando memorias acompañados de las dulces imágenes que se habían acumulado por montón a lo largo de dieciséis años.

"Aprendiste a caminar de mi mano"

"Aprendiste a leer, a sumar a restar"

"¿Recuerdas tu primera clase de ciencias? Eras un desastre"

Para cuando acabó, Kuroko no estaba seguro de seguir muy despierto y ellos de estar tranquilos.

Había roto a llorar un par de veces en las que los intentos desesperados por calmarlo surgían efecto después de cierto tiempo. Todos los hombres ahí presentes no tenían idea alguna de como iban a abandonar al precioso muchachito que a lo largo de los años se adueñó de cada uno de sus corazones.

¿Cómo se abandona una estrella?

–Fue un placer estar todos estos años con ustedes–habló él agente A y todos soltaron él aire que habían estado manteniendo

–Lo fue.

–¿Sabrán cuidarlo?

–Lo harán, tienen qué.

Guardaron un meticuloso silencio y uno a uno se fueron rindiendo al supor. Nadie quería hablar porque era emocionalmente agotador y temían despertar al Omega que descansaba ajeno a toda su realidad.

Nadie soñó nada esa noche.

A la mañana siguiente nada fue mejor.
Despertó solo y envuelto de al menos diez sábanas diferentes. Sonrió por el detalle. Eran las ya muy avanzadas de la mañana y lo sabía por el sol que se colaba por el ventanal de piso donde los rayos abofeteaban su rostro.

–Buenos días, Kuroko-sama–fue una hoz espeluznantemente tenebrosa. Era una chica ordinaria, beta. Vestida enteramente de blanco y con un maletín enorme a sus pies.

–Buenos días.

La chica apenas y movió un musculo al hablar.

–Soy Kam y hoy vengo a llevarlo a presentarse a los Alfas. Le enseñaré las precauciones y demás no sin antes dejarlo asearse. Dejé un instructivo en él baño donde encontrará todo lo que debe utilizar y en la sección del armario ya hay una muda seleccionada. Cuando termine baje a la cocina.

Asintió sin demasiado entusiasmo y sin preocuparse de dejar ahí plantada a la muchacha se movió con ligereza al baño con pies en puntilla.

Sí, había un instructivo. Ri-dí-cu-lo.

Pero no quiso desairar a Kam y comenzó a seguirlo al pie de la letra. Al final y después de haberse enjabonado él pelo y él cuerpo mas de cinco veces y con seis productos distintos, de lavarse los dientes con dos pastas insaboras y secarse con una toalla de microfibras súper suaves, se vistió con una simple mudada blanca y se seco el pelo con la secadora.

Omega SigmaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ