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Yuri ya se sentía mucho mejor, su temperatura había vuelto a ser estable, pero aún así él no quería ir a clase. Su vientre ya se podía notar a simple vista y, aunque lo podía ocultar con algún saco, él no se sentía de ánimos para soportar las clases. Sin embargo, su madre le suplicó que fuera unas semanas más. Él no pudo decirle que no, así que aceptó. Pero sólo unas cuantas semanas más, hasta cumplir los seis meses. Su madre no pudo por este más feliz.

Ese día unos fuertes dolores se habían acoplado en su vientre bajo. Podía caminar muy a penas, no lo disimulaba muy bien, pero debía aguantar un poco más. Yuko se dió cuenta y lo cuidó todo el día, le ayudaba a levantarse y le pasaba las cosas que se le caían. Intervenía para que Yuri no caminase demasiado, así era su forma de ayudarlo. Y Yuri le agradecía.

Las clases eran muy duras, eran temas muy difíciles para él. No ponía la suficiente atención. Odiaba asistir a clases.

Pero, en la clase de química, un chico apareció.

A la mitad de la clase, el maestro fue interrumpido por el mismo director. Éste entró al salón de clase con un chico detrás de él.

—Buenos días. —saludó el hombre—. Vengo a presentarles un nuevo estudiante, es de Inglaterra y viene de intercambio por unos meses.

El chico entró un tanto apresurado. Se detuvo a un lado del director y miró el salón de clase. Era de cabello pelirrojo y ojos verdes con tez blanca.  Su peinado rizado y desordenado le daba una apariencia de una persona agradable y chistosa. Las chicas comenzaron a murmurar.

—Espero que se lleven bien. —El director se despidió del chico y lo dejó sólo.

El profesor lo miró y se acercó más a él.

—Bienvenido, ¿cuál es tu nombre?

El chico miró al maestro con sus ojos verdes.

—Andrew Blumer.

Unas cuantas chicas silbaron, lo que causó un par de risas de Andrew.

Yuko no le apartaba la mirada. Sostenía su mentón en su mano, suspirando de vez en cuando. Yuri intentó regresarla a la Tierra, pero se encontraba en el planeta pelirrojo del chico. Yuri rió.

—¿Qué edad tienes? —le preguntó un alumno.

—Diescisiéte.

—¿De qué parte de Inglaterra? —preguntó alguien más.

—Doncaster.

Parecía que el chico ya se había familiarizado el estar con personas desconocidas; hablaba con mucha fluidez y seguridad.

Le hicieron un montón de preguntas más, unos minutos después, el profesor le pidió que se sentase en un asiento vacío un poco adelante de Yuri, a un lado. Yuko lo siguió con la mirada. El pelinegro de aventó un borrador, que aterrizó en su cara, sacándola del trace. El azabache rió.

La clase transcurrió debidamente. Igual de aburrida.

Al parecer, Andrew estaba en casi todas las clases de Yuri y Yuko. Ella era afortunada. Las demás chicas solo refunfuñaban de envidia.

Andrew fue la primera persona que vió que pudo vencer a Mizuki en una competencia matemática. El moreno lo miraba con ojos retadores por haberle quitado el mejor lugar de la clase en su primer día. Yuri sonrió al verlo de esa manera.

En el receso, Yuri y Yuko se sentaron en las gradas. Pichit ese día había faltado, ya que había salido de viaje a Tailandia a visitar a sus familiares. Los chicos se encontraban platicando, cuando el pelirrojo se sentó a un lado de Yuko. Ésta casi muere por desangrarse.

El arte de la vida (Vikturi) •Mpreg•Where stories live. Discover now