XVI. Final

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Un llanto lo despertó.

Miró el reloj. Cuatro y media. Suspiró y se levantó. Caminó arrastrando los pies y la levantó de la cuna. La mecía de lado a lado, sin embargo eso no la tranquilizaba.

—Shh, por favor. Duérmete. ¿Tienes hambre? ¿Estás asustada? —ella, por supuesto, no lo entendía, sólo seguía llorando—. ¿Qué hago?

La alzó, poniéndola frente a él. Veía su carita asustada y sus grandes ojos derramar lágrimas. Pro un fuerte olor lo interrumpió en su análisis.

Ya sabía por qué lloraba.

La acostó en su cama y sacó un paquete de pañales, abriendolo. Sacó uno y lo puso a un lado.

Su madre más o menos le había explicado cómo cambiarlos.

—Quédate quieta.

Después de quitarselo la limpió y todo lo necesario para que ella se sintiese cómoda. Le puso otro limpió y la alzó nuevamente. Una sonrisa se formó en los pequeños labios de Anna.

—¡Ya estás feliz!

La niña río. Yuri también lo hizo.

La acostó en sus brazos y fue silenciosamente a la cocina, callando cada ruido que su hija pudiese hacer. La seguía meciendo de lado a lado. Al llegar, abrió uno de sus frascos de comida y se la fue dando. Ella se manchaba, pero Yuri la limpiaba.

Comenzaba a quedarse dormido. Anna aún estaba muy enérgica.

—Ya... Casi terminas... —bostezó.

Apoyó la frente en la mesa y cerró los ojos. Solo quería descansar un poco. Sus ojos estaban muy cansados y su espalda dolía.

Se levantó y desechó el frasco vacío. La cargó y se dirijo a su habitación nuevamente. Se acostó en su cama y a ella en su pecho. Le acariciaba la cabeza.

—Duérmete ya, por favor.

Unos minutos después, se dió cuenta que Anna estaba dormida. Estaba demasiado cansado como para levantarse y dejarla en su cuna, así que solo cubrió a ambos con una manta y decidió dormir.

Yuri:

¿Qué pasa? Día a día espero una carta tuya. Solo una, Yuri, por favor. Necesito saber sobre ti, necesito saber sobre mi bebé. ¿Está bien? ¿Es niño o niña? ¿Cuándo nacerá? Yuri, por favor. Sé que fui muy egoísta contigo, pero por favor, entiendeme. Te envío dinero, te envío cartas, te dedico todas mis rutinas, siempre pienso en ti. En verdad lo siento. Yakov me dice que nadie debe saber sobre mi hijo. Dice que eso arruinaría mi fama puesto que tengo veinte años y aún soy joven. Mo sé si creerle o no... Sé que soy egoísta, pero... lo siento. Solo te pido una carta. Sólo una. Por favor. Te extraño.

Viktor Nikiforov

Eso decía la última carta.

Pasó un mes en el que Yuri volvió a llorar. Se estaba volviendo más complicado. Su padre ya pasaba más tiempo con Anna y su madre y Mari la sacaban a pasear y la vestían con todo lo que compraron. Pero aún así, siendo el padre, tenía mucha responsabilidad. Sus padres le dijeron que comenzara a buscar un trabajo. Debía jugar con Anna, cambiarla, vestirla, alimentarla, dormirla y muchísimas cosas más que lo agotaban. Con solo escuchar el llanto de ella se desesperaba. Incluso le gritaba, logrando más gritos por parte de la bebé.

Descubrió que Viktor estaba en Rusia. No sabía si aún tendría otra presentación o no, había estado muy al pendiente en el Grand Prix.

Entonces, decidió.

El arte de la vida (Vikturi) •Mpreg•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora