Capítulo 6

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Ruth:

Esa tal Clara me daba muy mala espina, la verdad no se por que. Era extraño que nos hubiera estado "espiando" y que supiera tanto de nosotras y las cabañas.
No sabía si confiar o mantenerme al margen.
Al final decidí dejar que el destino lo decidiera pero me andaría con cuidado, mucho cuidado. No iba a permitir que un despiste nos costará la vida.

Al día siguiente (viernes):

Ese día, como siempre, llegué pronto. Decidí dar un paseo por no aguantar a los estúpidos de mi clase.

Cuando regresé a la rotonda, mi punto de partida, me encontré con Arena caminando hacia mi, pero con la mirada en el suelo, por lo tanto no pudo verme.

- ¡Cucuru! - grité haciendo como si fuera un pavo.

Levantó la vista y empezó a reirse.

- Menos mal que no hay nadie, que sino te pegaba - bromeó dándome un codazo.

Seguimos nuestro camino hacia el edificio por un camino corto, el que estaba en frente de la cafetería. Solo había hierba, un montón de árboles y, evidentemente, la cafetería. Ibamos hablando tranquilamente y, de repente, se encendieron los aspersores.

- ¡Fuck! - chillé intentando esquivar el agua.

- ¿¡Por qué narices se encienden ahora!? - bramó Arena.

- Puede que se me haya olvidado decirte que por las mañanas se activan - dije con una risa floja.

- ¡Oh! - se desesperó - Estos son los momentos en los que me acuerdo de que te odio.

Nos miramos, y empezamos a reírnos olvidándonos de que nos estábamos empapando. Cuando de repente escuchamos una risa por detrás.

-Torpes.¿No podeis acordaros de nada nunca?

La miramos extrañadas ¿Esa era Leyre? Pero si eran las 7:45 y ella siempre llega a las 8:05. Estabamos tan extrañadas que me acerqué a tocarla.

- Quita - me reprendió.

- Levamos los libros en la mochila - recordó Arena.

- ¡Corre! - grité - Salva los deberes y muere si es necesario.

Salimos pitando de ahí. Cuando llegamos al edificio, dejamos las mochilas en nuestras respectivas clases y nos acomodamos al lado del radiador para secarnos.

Empezó a llegar gente. Entre ellos Luna.

- ¿Se puede saber por qué estáis empapadas? - preguntó burlona.

- La lluvia ya no cae del cielo, cae del suelo - le contesté.

- Han sido los aspersores,¿verdad? - dedujo.

- ¿Cómo lo has sabido? - la interrogó Arena.

- Porque la lluvia no cae del suelo - sentenció.

Leyre soltó una risita y nos empezamos a reír todas. La gente nos miraba raro, pero no me importaba. A veces me entraban ganas de gritar :"¡Soy diferente, lo sé. Y me encanta serlo!".
Pero bueno, nunca lo he gritado por miedo a que viniera un tipo y me encerrará en un manicomio. Solo por si acaso.

Al cabo de unos minutos, llegó el autobús de la ruta. Nos encontramos con Irene, Nicole y Eva. Estuve a punto de comenzar una conversación, pero, por desgracia, sonó el timbre que indicaba el comienzo de la primera clase.
Leyre y yo nos despedimos de Arena,  que se dirigió con el resto al fondo del pasillo, donde estaba su clase.
Tocaba lengua y no tenía las fuerzas suficientes para afrontar a la profesora. Por suerte para mi, la profe estaba enferma y solo tuvimos que hacer cinco ejercicios que nos mandó. Leyre y yo los hicimos juntas, de modo que terminamos a la vez y pudimos hablar un rato.

La Cabaña De Al Lado Where stories live. Discover now