Capítulo 21

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Arena:

Lo sabía. Sabía que Daniel quería algo más. Sabía que le había dolido. Pero también sabía que no estabamos preparados.
Le había dejado en la friendzone, si, pero estaría por poco tiempo, o eso esperaba yo.
Aunque él no lo supiera, yo sabía lo que pasaba en su cabeza, ¿quién creéis que aconseja a Ruth y a Leyre? Esta tía. Soy buena en estos temas (Cof, cof, bendecida por Afrodita, cof, cof).

Pero bueno, tenía cosas más interesantes en las que centrarme.
La madre de Clara nos pasó el archivo que encontramos de las víctimas, cosa que no nos sirvió de mucho, pero también nos pasó los informes sobre los trabajadores más importantes de las cabañas. Teníamos que averiguar que pasaba allí y decírselo a la policía que estaba ayudando a Virginia. Sonaba fácil, ¿verdad? El caso era que no teníamos ni idea de lo que pasaba.

Habíamos decidido ojear los informes en la mesa del fondo de la biblioteca, para que no nos molestara nadie. Me centré en el de la chica rubia a la que vi en el instituto. El papel decía que era licenciada en filosofía, y que esa era su coartada en el instituto. También decía que tenía 25 años, me sorprendió un poco.

- Oye, aquí dice donde vive este tipejo - dijo Ruth, emocionada.

- No vamos a acosar a nadie, Ruth - le reprochó Leyre.

- Aguafiestas - susurró Ruth.

- Pero podemos espiar a esta - dije, levantando la foto de la chica.

- Vale - aceptaron.

- Oh no - maldije.

Daniel acababa de aparecer por la puerta de la biblioteca.

- ¡Que acosador! - susurré.

Leyre y Ruth se giraron y lo vieron acercarse.

- Oh vaya.

Daniel se plantó delante de la mesa y Ruth se tiró encima de los papeles para que no los viera.

- Tenemos que hablar - anunció.

- Que novedad - dije por lo bajo -. No tenemos nada de lo que hablar.

- Si. Hay muchas cosas de las que hablar.

- No.

- Si.

- No.

- Si.

- No.

- Si.

- ¡No! - grité levantandome y tirando la silla.

Toda la biblioteca se giró en mi dirección. Deseé que la tierra me tragara. Ese estúpido había conseguido ponerme en ridículo.
Le dirigí una mirada cargada de odio.

La bibliotecaria se acercó sonriente como cada vez que castigaba a alguien.

- Sal de la biblioteca - ordenó con voz muy dulce.

Recogí mi mochila, la silla y me dirigí a la puerta.

- Estábamos bien ¿puedes dejar de estropearlo? - le susurré al pasar por su lado.

Una vez fuera, me senté en un banco. Leyre y Ruth salieron con las mochilas al hombro.

- No volveré a entrar en esa biblioteca - dije -. ¡Wow!  Nunca creí que diría eso.

- Está destrozado - confirmó Ruth.

- ¿No puedes darle una oportunidad? - preguntó Leyre - ¿O salir ya con él?

- ¿Os ha pedido que digáis eso?

- No - mintió Ruth -. Nos ha pagado. ¡DUH! - y saco un billete de 10.

La Cabaña De Al Lado Where stories live. Discover now