Capítulo 24

19 7 31
                                    

Arena:

Eran buenas noticias, o eso se suponía. Dani y yo habíamos estado hablando mucho por WhatsApp y al final llegó el mensaje que temía recibir. Estuvimos hablando sobre "lo nuestro", por llamarlo de alguna manera, y me preguntó si quería ser su novia. Le dije que si, después de una tonelada de mensajes de Leyre y Ruth.

Al día siguiente (miércoles):

Al bajar de mi coche, me encontré con Ruth.

- Hola - saludé.

- Hola - respondió -. ¿Estás preparada?

- Si - contesté -. Le hablo, le miro como si estuviera super enamorada de él, como mucho, le cojo de la mano y si intenta besarme, puedo permitirme una cobra, con la excusa de que quiero ir más despacio. Me lo sé de memoria.

- Bien.

- Oye, con tanto rollo de engaños amorosos no he tenido tiempo para hablar con vosotras - le dije.

- ¿Hablar con nosotras sobre qué? - preguntó.

- Pues de como os sentís - contesté, cómo si fuera lo más obvio del mundo -. Unos chicos que os gustaban y que acceden a salir con vosotras, y eso ,en nuestros casos, no pasa nunca, os rompen el corazón cuando descubrís que lo hacen para sacaros información, pero vosotras decidís seguir con ellos con el mismo fin. En serio, parece sacado de película.

Me miró de reojo y suspiró dramáticamente.

- La verdad es que estoy un poco disgustada, por eso quiero acabar con esto y volver a mi aburrida vida normal.

Llegamos al edificio y entramos. Estaban al final del pasillo y se acercaron al vernos. Parecía que iba todo a cámara lenta.

- Retirada, retirada - le susurré a Ruth -. El baño está aquí al lado, nos da tiempo.

- Sigue andando - me ordenó -. Qué sepan que no les tenemos miedo​.

La hice caso y seguí andando. Cuando estuvieron a nuestra altura, Ruth abrazó a Yago como si no se vieran desde hacía años. Cuando Dani abrió sus brazos, la imité. Por fuera estaba sonriendo como una estúpida, pero por dentro estaba, literalmente, vomitando del asco repulsivo que me daba ese niño.
Nos fuimos al baño, supuestamente para hacer nuestras necesidades, y nos encontramos con Leyre, que acababa de llegar.

- Acompañadme, por favor - nos rogó.

- ¡Ni hablar! - le espetó Ruth - Nosotras hemos sufrido nuestra parte, te toca a ti. Estaremos aquí esperándote.

Leyre se dirigió a su aula con cara de pocos amigos.

Volvió cinco minutos después con una expresión entre el horror y el asco.

- ¡Socorro! - gritó en cuanto cerró la puerta - Me ha dado un beso en la mejilla. ¡Desinfectante! ¿Alguien tiene desinfectante?

Negamos con la cabeza y se fue al lavabo a lavarse la mejilla con jabón.

- A ver, esto no puede seguir así - dijo después de secarse la cara -. No podemos seguir deseando que nos trague la tierra cada vez que nos miran.

- Tienes razón - la apoyé -. No puedo volver a dejar que me toque.

- ¿Y qué proponéis que hagamos? - preguntó Ruth -. El plan es sacarles información.

- Si al final del día no les hemos sacado nada, les dejamos. ¿Vale? - propuse.

- Deberíamos esperar a que Virginia confirmará lo que vio Leyre - recordó Ruth.

La miré mal durante unos instantes.

La Cabaña De Al Lado Where stories live. Discover now