Capítulo 16

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Ruth:

Al día siguiente (jueves):

Esos tipos nos seguían de cerca. Nos dimos un último abrazo y nos separamos. Cada una llevaba una pequeña pistola, pero con gran cantidad de munición. Me fui por la derecha, dispuesta a esconderme y dispararlos. Vi que no llegaban y empecé a preocuparme.

- A lo mejor las han encontrado - susurré.

Creyendo a mis pensamientos, me levanté de un salto para salir de mi escondite.

- Espera - dijo una voz detrás de mi.

Me giré y vi a Yago, con sus pantalones negros, una camisa blanca y su chupa de cuero negro.

- Ven conmigo y ya no tendrás que sufrir.

No encontraba sentido a sus palabras. Quería irme de allí a buscar a mis amigas, pero mis pies avanzaban hacia él y mi mano se alargaba para tocar la suya. Nuestros dedos estaban a punto de tocarse, cuando...

Me erguí sobre la cama. Estaba sudando y me costaba respirar. Miré el reloj, todavía quedaban unas horas para levantarme de verdad. Me tumbé de nuevo, intentando dormirme. Me volví a despertar, pero esta vez por culpa de mi hermana.

- ¡Ruth! ¡A levantarse! - gritó.

La miré furiosa.

- ¿Quieres que el Señor Bigotitos acabé en la licuadora?

Salió pitando de mi habitación. El Señor Bigotitos era su peluche favorito. Un gato al que le faltaba uno de los bigotes y se le salía un ojo.

Quedaban cinco minutos para levantarme de verdad y los aproveché.

Me despertó, de nuevo, un estridente pitido. Alargué la mano y apreté todos los botones del reloj hasta apagar la alarma.
Saqué los pies de la cama para encontrar las zapatillas. Me levanté y me arrastré hasta la cocina.

- ¡Hola! - me saludó mi hermana. Ya estaba manchada de leche hasta las cejas y tenía cereales en el pelo.

- Buenos días - dijo mi madre, que se estaba haciendo unas tostadas en la plancha.

- Buenos días - respondí.

Cogí una taza, Colacao y Nesquik (yo lo mezcló ¿ok? Esta rico) y un paquete de galletas. Siempre desayuno eso porque lo considero lo más rápido.
Terminé y me dirigí al baño a lavarme los dientes y hacer mis necesidades.
Fui a mi habitación y estudié el armario durante unos instantes. Elegí unas mayas finas, una camiseta y mis zapatos de siempre.
Fui al baño y me deshicé el moño (siempre duermo con el pelo recogido, es una manía que tengo), el pelo rubio, en tirabuzones, me cayó por los hombros. Me lo recogí en una coleta.

Mi madre y yo nos montamos en el coche y salimos del garaje.

Llegamos al instituto a las 7:40. Me despedí y me marché.

Estaba a punto de esquivar el primer aspersor cuando oí un grito y me asusté.

- ¡Eh!

Me giré y... ¡Oh! Malditos estúpidos, eran los trillizos.
Los esperé.

- Oye, ¿sabes el motivo exacto por el cual Arena esta enfadada conmigo? - preguntó Dani cuando llegaron a mi altura.

- La verdad es que no - mentí.

Arena encontró el motivo hace unas horas, antes de irse a dormir. Nos mandó un mensaje que explicaba que se había enfadado con Dani porque no se daba cuenta de sus sentimientos hacia él, que eran muy obvios. Ella estaba harta de intentar que Dani se diera cuenta. Si supiera que Dani era su admirador secreto, lo entendería.

La Cabaña De Al Lado Where stories live. Discover now