Epílogo.

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Kim Yunha recuerda cuando todo era paz y tranquilidad en su casa, recuerda que nunca había ruidos insoportables y situaciones llenas de alboroto, desde que sus hijos dejaron de ser niños, ya no había pasado.

No hasta en ese momento.

Corría detrás de su pequeño nieto, el niño ya había aprendido a caminar y cada vez lo hacía más rápido, pero el bebé aún no entendía que no debía hacer que su gruñona abuela corriera cuando estaba en tacones.

- ¡Kun! ¡No!

Otro jarrón caído.

Yunha suspiró y se acercó para alejar a su sonriente y travieso nieto, de los pedazos de vidrios rotos.

- ¿Cómo terminé de esta manera? -preguntó la mujer mientras miraba a Kun, el niño solo reía y acariciaba el rostro de la mayor, tal vez le pedía disculpas. Ese era el tercer o puede que el cuarto jarrón que rompía en una semana- De acuerdo, perdonado.

- Eres tan fácil de persuadir.

- No te equivoques -Yunha le sonrió a su esposo- Solo lo soy con él.

Era increíble ver a Kim Yunha siendo la mujer en la que se había convertido, había cambiado mucho. Y puede que todo haya sido a causa de ese pequeño travieso con sonrisa juguetona y risueña, ella solo podría caer ante esos lindos ojos y ablandarse por completo. Aunque queda decir que algunas veces seguía siendo una maldita perra, pero bueno, hay defectos que demoran en desaparecer. 

- ¿Qué pasó? 

Yixing bajó corriendo por las escaleras. Estaba terminando de colocar en el bolso de bebé lo último que faltaba y escuchó ruido en el primer piso, y más o menos se imaginó lo que pudo haber sucedido. Confirmó sus sospechas cuando vio los vidrios amontonados delante de la mesita en donde había estado un precioso y caro jarrón de cristal.

- Creo que a Kun de nuevo no le gustó el jarrón -bromeó Minwoo, el esposo de Yunha-

- Lo siento mucho, señora.

Yixing se acercó y tomó en brazos a su pequeño bebé.

- Descuida, creo que ya no tendrás que reponer siempre los jarrones. Vamos a dejar que Kun cumpla los 15 para poder hacerlo de nuevo.

Yixing sonrió apenado, su pequeño niño era demasiado travieso.

- ¿Ya se van?

- Así es, señora.

- Vayan con cuidado.

Yixing hizo una pequeña reverencia y salió de la mansión Kim.

Se dirigió a su auto y puso el bolso del bebé en el asiento delantero, luego procedió a poner a Kun en su asiento para bebé.

- Acabarás con la paciencia de tu abuela bruja, bebé -sonrió- aunque empiezo a dudarlo. Quién lo diría ¿Cierto? Kim Yunha rendida ante mi hijo.

Kun sonreía mientras daba pequeñas palmadas, luego comenzó a morder uno de sus juguetes que Yixing le puso en su pecho.

Cuando todo estuvo listo, Yixing subió al auto y condujo en dirección a su casa y de su hermano.

Estaba a medio camino, cuando recibió una llamada. Contestó con el manos libres y se detuvo en un semáforo en rojo.

- ¿Hola?

- Cariño.

- ¡Amor!

- ¿Qué haces, bebé?

- Ahora mismo estoy conduciendo -habló mientras seguía su camino luego de que el semáforo cambiara a verde- Voy a casa a ver a Luhan ¿Y tú cómo estás?

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