1. El Zarévich Yuuri

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El Zar se despedía de la Zarina embarazada pues pronto partiría a una guerra de la cual no sabía si volvería.

—Mi amada pronto volveré contigo y nuestro hijo —dijo a sabiendas de que tal vez no sería así.

—No me mientas —dijo ella con tono firme— Sé que es probable que no vuelvas de tu lucha, pero aun así estaré esperándote

El Zar besó a su esposa y se marchó.

Al pasar de los días la Zarina se sentaba en la ventana a la espera de su amado mientras su vientre iba creciendo, pero lo único que lograba divisar era la nieve, la blanca nieve que cubría el invernal paisaje de su país.

Nueve meses de espera trascurrieron hasta que un día de noviembre empezó con las labores del parto, las sirvientas la ayudaban y en cuanto el bebé nació, el Zar hizo su tan esperada aparición.

La Zarina al ver a su amado esposo volver con vida, fue tanta su emoción y felicidad que dando un suspiro murió.

Así el Zar quedo viudo con un hermoso niño al cual nombro como Yuuri, pues ese era el deseo de su difunta esposa. Pasaron diez años y el emperador volvió a casarse, su nueva esposa de se parecía mucho a la anterior Zarina. Era alta, delgada, de piel pálida, inteligente y poseía muy valiosas cualidades, sin embargo, también era una persona vana, caprichosa, vanidosa, cruel y envidiosa.

Esta mujer poseía un espejo mágico al cual todos los días sin falta le hacía la misma pregunta.

—Mi querido espejo, mi querido Chris dime la verdad ¿No soy acaso la más bella, encantadora y gentil de todo el mundo?

—Claro que lo eres Zarina- le decía Chris con un tono sarcástico que la mujer nunca captaba—  No hay nadie más bella, encantadora y gentil que tú

Al espejo le divertía la forma en que la Zarina no se cansaba de preguntar lo mismo una y otra vez y él solo para molestarla le decía que sí, pues había muchas más personas mejores que ellas en el reino, pero le gustaba se sobremanera tomarle el pelo a su dueña.

Por otro lado el hijo del Zar crecía y se hacía cada vez más bello. Un día paseando por uno de los pueblos se cruzó con Viktor, un príncipe guerrero de cabellos platinados y ojos azules, el cual al toparse con Yuuri quedo instantáneamente flechado con él.

—¿Pero que ven mis ojos? —dijo galante acercándose al Zarévich* Yuuri que paseaba por las calles del pueblo— ¿Acaso es un ángel que descendido de los cielos?

—Que cosas dices —respondió Yuuri mientras seguía caminando e intentaba no sonrojarse ante los halagos de aquel guapo y sexy hombre.

—Solo digo la verdad, ¿Puedo saber cuál es el nombre de este bello ángel? —decía cogiéndolo del brazo y obligándolo a detenerse.

—Yuuri, soy el Zarévich Yuuri —dijo tratando de mantenerse lo menos nervioso posible ante la azulina mirada del otro.

—Un gusto encanto—dijo tomando una de las manos del chico y depositando un suave y tierno beso en el dorso de ella— Yo soy Viktor Nikiforov, príncipe del reino vecino

—Vaya —sonrió sonrojado y tratando de recuperar su mano que aún era sostenida por aquel extranjero— No sabía que había alguien de la realeza del país vecino en nuestras tierras

—Me encuentro de viaje, mi intención es salir a conocer los países vecinos y encontrar una que otra aventura, pero creo que me topé con algo mil veces mejor —dijo guiñándole un ojo a Yuuri —Tengo una idea ¿Por qué el Zarévich no me muestra el lugar? Así me facilitaría las cosas y además se aseguraría de que nada me sucediese, pues si algo me llegara a pasar en sus tierras sería peligroso para ambos países ¿No crees?

El Príncipe y los siete Bogatyrs (AU Yuri!!! on ice)Where stories live. Discover now