Yuuri es el heredero al trono de su reino. Dueño de una belleza única encanta a las personas sin siquiera saberlo. Viktor el es Príncipe del reino vecino y cae perdidamente enamorado de Yuuri en cuanto lo ve. Ambos planeaban un futuro juntos pero no...
A la mañana siguiente Yuuri se había levantado a hacer el desayuno para su prometido. A pesar de ser un miembro de la realeza a él le gustaba mucho cocinar e incluso hacer aseo, lo encontraba una actividad muy relajante.
Terminó de preparar la comida y la puso en una bandeja la cual subió hasta la habitación en donde se encontraba durmiendo su futuro esposo.
- Viktor...- lo llamó al entrar pero este no despertó. Aprovecho para inspeccionar mejor el bello rostro durmiente de su prometido. Dejó la bandeja un lado y se sentó en la cama mientras comenzaba a pasar suavemente sus dedos por el rostro de Viktor.
Su piel era muy blanca y suave, su nariz era respingada y fina, sus pestañas eran largas y tupidas, en general todas sus facciones eran elegantes. Llegó hasta los cabellos plateados y sedosos. No entendía como un príncipe así se había fijado en alguien como él. Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no notó cuando Viktor despertó gracias a sus caricias.
- Que forma más agradable de despertar. Siendo acariciado por un ángel- se levantó de improviso y se abalanzó sobre el Zarévich- Bueno días Yuuri~
- B-buenos días Viktor- dijo sonrojado- Y-yo te traje el desayuno
- ¡¿En serio?! ¡¿Es que acaso podría haber pedido un esposo más perfecto que tú Yuuri?! ¡Eres tan lindo!- Yuuri le extendió la bandeja con el desayuno y se acomodó en la cama para comer con él- Aunque aquí falta algo sumamente importante- dijo en tono serio dejando desconcertado al menor- ¿Dónde está mi beso de buenos días? Quiero uno como el de anoche
- Eh... yo...- el Zarévich no pudo evitar sonrojarse furiosamente al recordar lo sucedido, esperaba que Viktor no recordara ese suceso pero al parecer el príncipe toleraba bastante bien el alcohol. Resignado y con mucha más vergüenza que determinación se obligó a sí mismo a juntar sus labios con los de su prometido en un beso rápido y casto.
- Ese no fue como el de anoche- dijo el príncipe de plateados cabellos haciendo un puchero. Luego tomó el rostro del menor y lo besó apasionadamente, saboreando cada espacio de la boca del otro hasta dejarlo sin aliento- Este sí estuvo mejor ¡Ahora comamos!
Yuuri trataba de recomponerse con todas sus fuerzas ante semejante beso que recibió de Viktor. El color carmín de sus mejillas lo acompañó durante todo el desayuno, una vez terminaron retiró la bandeja para dejar que su prometido tomase un baño y se cambiara. Cuando este bajó Yuuri se encontraba hablando con su padre.
- ¡Viktor! Qué bueno verte- dijo dándole un efusivo abrazo- Debemos hablar de los asuntos referente a la boda
- ¡Oh! ¡Encantado!
Los tres acompañaron al Zar hasta su despacho y estuvieron hablando animadamente. Llegaron al acuerdo de que Viktor se quedaría una semana y luego él junto con el Zar irían hasta su reino para dar aviso de la boda y acordar lo referente a la dote.
La semana pasó volando para los dos enamorados, pronto Viktor y el Zar tendrían que partir.
- No me quiero separar de ti Yuuri~
- Yo tampoco Viktor pero solo será por un corto tiempo, luego tu y yo pasaremos el resto de nuestras vidas juntos
- ¡Ah! ¡Yuuri! ¡Dices cosas tan lindas!- gritó emocionado mientras llenaba la cara del menor de sonoros besos- ¡Mi bello ángel!
Mientras los príncipes estaban concentrados en su amor la Zarina vivía en su propio mundo. Estaba determinada a ser la persona más bella el día de la boda, le daba igual se si trataba del día especial del Zarévich, eso no impediría que ella se robara todas las miradas. Así que se la pasaba en las sastrerías eligiendo las mejores telas para sus atuendos, ya que vendrían muchos extranjeros quería aprovechar de lucir su hermosa figura ante todo el mundo. Debido a lo ocupada que estaba se había olvidado completamente de la rutina que tenía con su espejo mágico.
El día de la partida llegó y Viktor junto con el Zar prometieron volver el día antes de la boda y cumpleaños de Yuuri. A este se le había hecho mucho más difícil despedirse de su prometido de lo que pensó, lo extrañaría demasiado pero sabía que pronto estarían juntos.
Las semanas pasaron y mientras en el palacio se iban puliendo los detalles para la futura boda. Las cosas estaban a cargo de la Zarina, la que estaba más preocupada por sus vestidos que por dirigir las actividades. A Yuuri no le importaba hacerse cargo, así podía entretenerse y los días pasaban más rápido.
Finalmente los vestidos de la Zarina estuvieron listos un par de días antes de la boda. Emocionada a más no poder corrió hasta su alcoba a probarse todos y cada uno de ellos. Se miraba y se regocijaba al verse tan hermosa. Entonces recordó que hace tiempo no hablaba con Chris, su espejo mágico.
- Dime mi querido espejo, dime mi querido Chris- decía mientras se acercaba luciendo uno de sus nuevos vestidos- ¿Soy acaso la persona más bella y gentil de todo este reino?
- Ciertamente eres muy bella y gentil- el espejo estaba un poco sentido con la Zarina que lo había dejado en el olvido por tantos días, su única entretención era molestarla, así que ahora lo haría por todas la veces que no pudo- Pero más hermoso y gentil es el Zarévch Yuuri- dijo finalmente.
- ¡¿Qué?!- a la Zarina se la habían subido los colores a la cara debido al enojo y Chris estaba realmente entretenido con esa reacción- ¡No! ¡¿Qué estás diciendo maldito trozo de cristal?!
- Simplemente digo la verdad mi señora
- ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Esto no puede ser!- decía tirándose de los cabellos e irritada. Cubrió al espejo con un manto para no oírlo más- ¡Yuratchaka! ¡Ven aquí de inmediato!- chilló y el pequeño sirviente se apresuró a ver que caprichos se le antojaban ahora- ¡Quiero que te deshagas de ese mocoso! ¡Llévate a Yuuri al bosque y átalo a un árbol para que los lobos lo devoren!
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Hola! Gracias por leer este fanfic!
Ojalá les haya gustado, no sé siento que igual quedo un poco flojito el capítulo, a ver si con el próximo quedo más conforme.
Eso! Nos leemos el lunes, sin nada más que decir me despido.
