19. Boda rusa (final)

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—Bien Makkachin, es hora de ir por Yuuri —dijo Viktor al can, el cual ladró en señal de afirmación.

La boda se había preparado en tiempo record, no fue tan difícil puesto que varias de las cosas ya estaban listas desde antes, muchos de los invitados aún se encontraban cerca del palacio y los extranjeros no se habían ido del reino.

Viktor abrió lo que quedaba de la reja que daba la entrada al jardín. Detrás de ella los esperaban Leo, Georgi y Emil.

—No te la dejaremos tan fácil —decía blandiendo su hacha Emil.

Viktor sonrió y de abalanzó hacia ellos llevando en sus manos su espada. Con rápidos y agiles movimientos derribo sin mayor dificultad a los bogatyrs y avanzó hasta la entrada del palacio, seguido de cerca por Makkachin.

El Zar proclamó que la boda se celebraría por una semana, sería el evento más grande de todo el reino y debía ser lo único de lo que se hablase por meses. Así que rápidamente enterraron a la malévola Zarina, sin honores ni reconocimientos, y se prepararon para festejar.

El príncipe Viktor se había levantado al amanecer y salido del palacio, según lo que dicta la tradición debía volver por su amado y sortear todos los obstáculos que hubiera en el camino para llegar hasta los aposentos de este para reclamarlo como esposo. Una vez que eso sucediese finalmente se celebraría la unión.

—¡Alto ahí Nikiforv— gritó JJ. Se encontraba resguardando la entrada al palacio junto con Otabek y uno de los mejores soldados del Rey— De aquí no pasas...

Confiado, Viktor levantó su espada y al igual que la vez anterior derribó a cada uno de sus contendientes con facilidad y sin provocarles mayor daño que la humillación de ser vencidos. Abrió lo que quedaba de las destartaladas puertas y subió por las elegantes escaleras solo para encontrarse con Pichit, Mila, Yurio y los sirvientes más cercanos al Zarévich.

Esta vez tendría que pensar en otra estrategia, eran demasiados como para lanzarse a luchar, debía dispersarlos e intentar llegar hasta los aposentos de Yuuri.

—¡Makkachin! —se quejó Pichit al ver al can junto a Viktor— Perro traidor ¿Por qué estas de su lado?

—¿Qué hago yo aquí? —dijo molesto Yurio— No me interesan este tipo de estupideces

—¡Debemos proteger la florecita de Yuuri! —habló convencida Mila.

—Que idiotez más grande, ese tipo lo va a desflorar con nuestra intervención o sin ella —replicó Yurio— ¿Para qué perder el tiempo con esto?

—Yuratchka —lo regañó una de las cocineras— No deberías hablar así, es una tradición

—¡No podría importarme menos la tradición! —gritó el joven sirviente— ¡Ya pasaron por un montón de cosas para estar juntos! ¿No podemos simplemente hacer la boda y ya? No tienen idea lo que tuve que hacer estos días, solo quiero que termine de una vez

—Hey tranquilo muchacho, cálmate... —intentó decirle Pichit.

—¡¿Qué me calme?! ¡la Zarina me amenazó con cortarme la cabeza! ¡No podía dormir! ¡El idiota de Viktor nunca me escuchó! ¡Y ni hablar de ese asqueroso espejo!

El muchacho se abrazó a si mismo mientras repetía inteligibles freses, su mirada estaba perdida. Los bogatyrs y los sirvientes se acercaron a él para intentar calmarlo. Ocasión que Viktor aprovechó para pasar entre ellos y seguir su camino hasta los aposentos de su prometido.

—Príncipe Viktor —dijo el Zar en cuanto lo vio. El monarca estaba custodiando la puerta de entrada a la habitación del Zarévich— Sé que mi hijo quedará en las manos correctas. Los soldaos e incluso Yuuri, me contaron que no dejó de buscarlo. Supe que lo creyeron loco en algunos de los pueblos, pero nunca se rindió hasta que dio con él. Eso es todo lo que le pido, que siempre cuide de Yuuri y nunca deje de amarlo

El Príncipe y los siete Bogatyrs (AU Yuri!!! on ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora