OCHO

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Siete días.
Una semana.
Una semana de vivir juntas.
Una semana de vivir juntas y tal pareciera que nada se acomodaba.
Camila tenía esos siete días grabados en su memoria y tachados en el pequeño calendario que tenía guardado en el cajón de su mesita de noche; cada día al despertar tachaba un nuevo día y con un suspiro salía de la cama.

Todo era un maldito caos, desde que no ayudaba el que no sabía cocinar, hasta que seguía mintiéndole a sus padres que vivía en la facultad.

Otro día más y sin pensarlo demasiado después de hacer su aseo matutino salió en busca de algo de comer. Después de todo el embarazo la tenía con un muy buen apetito a todas horas y aunque ella quería cuidarse para no perder su esbelta figura, le ganaba el antojo y comía.

Camila entro a la cocina y vio que estaba vacía, suspiro en alivio, al menos no tenía que lidiar con su compañera de cuarto tan temprano.
Se hizo un café y tomo el pan tostado untándoles mermelada de fresa y les dio el mordisco de su vida. Tras abrir los ojos una muy divertida Lauren la observaba apoyada en el marco de la puerta. Camila se moría de la vergüenza, por lo que al tratar de tragar más rápido el bocado acabo tosiendo. Lauren rápidamente corrió hasta ella ayudándola dándole unos golpesitos en la espalda.

–Estoy bien, ya estoy bien.–Camila hablo para que Lauren parara.

–¿Segura?

Camila asintió y solo así pudo darse cuenta de lo cerca que estaban ambas. Parpadeo un par de veces y fue cuando Lauren entendió y se alejó unos pasos.

–Solo he venido a decirte que tienes que ir con el ginecólogo en una hora.–Lauren hablo aclarándose la garganta.

–¿Perdón?– Pregunto Camila sin entenderle.

–Si, tienes que tener los chequeos mensuales por el embarazo. Espero y no te importe pero me tome la libertad de reservarte la cita ayer.–Camila observó a Lauren explicarle de manera torpe moviendo las manos.– Te lo iba a decir pero se me olvido y es por eso que ahora te lo digo para que te prepares.

–Yo... no se que decir.–Camila contesto apartando la mirada de los ojos de Lauren.

–No digas nada. Solo alístate y si quieres te llevaré.

–Te lo agradecería puesto que no sé como llegar.–Camila dijo comenzando a caminar fuera de la cocina.

–Claro, lo sé. Te esperaré en la sala,¿vale?

–Ok.

Camila rápidamente se metió a la ducha, tras llegar a reaccionar le desconcertó un poco que Lauren pensara en todo sin embargo se lo agradecía. Su mente estaba patas arriba y en lo menos que pensó fue en los chequeos que tenía que hacerse en el lapso de su embarazo, para serles sinceros, aún no caía en cuenta de su estado del todo. Para Camila todos esos detalles se quedan guardados en el interior de su corazón y, aunque no lo dijera, le sacaba una sonrisa involuntaria.

–Estoy lista.–Camila le informó a Lauren al verla recostada en el sofá con su portátil en su regazo.

Lauren al escucharla cerró el portátil y se incorporó lo más rápido que pudo. La latina vio como Lauren dejaba el portátil en el sofá sin quitar la vista de ella, está sabía que se veía muy bien pero no era para tanto ¿o si?

–Humm...–Lauren se aclaró la garganta.–Muy bien, vámonos.

Ambas salieron del departamento y tras meterse en el ascensor llegaron a la planta baja saliendo del edificio. Al salir Camila vio un coche gris aparcado en la acera justo donde era su lugar, giró mirando a Lauren sin entender nada.

–Tenía que comprar uno, si estaremos viviendo aquí, lo necesitaremos.–Camila escucho el comentario de Lauren mientras le quitaba la alarma al coche abriendo la puerta del copiloto para ella y tras cerrar la puerta del coche lo rodeó para entrar en el.

–Puedes poner música si lo deseas.– Y aunque ese no era el Audi que estaba acostumbrada a conducir, aquel Ford era cómodo.

La latina vínculo su iPhone en el estéreo y se escucho por los altavoces Rihanna, vio como Lauren seguía el ritmo de la canción con sus dedos en el volante.

–¿Ya habías estado aquí antes?–Camila decidió preguntar después de una lucha interna. Notó que Lauren la miró unos minutos y tras regresar su mirada al volante respondió.

–Algunas veces, digamos que solo por vacaciones pero sé andar por la ciudad, si es a lo que te refieres.–Camila escucho la respuesta de Lauren y solo asintió sin volver a hablar en todo el camino.

–La doctora Collins las espera.–Camila escucho a la secretaría de la ginecóloga y solo asintió sin levantarse de su sitio.–¿Señoras?–Insistió la chica rubia abriendo la puerta de la consulta para ambas.

Camila al fin entro en sí y se incorporó comenzando a caminar, vio la sonrisa típica de la rubia que no ayudaba en nada. Cuando estaba apunto de entrar se volvió mirando a Lauren que seguía sentada.

–¿Quieres que entre contigo?–Escucho a Lauren preguntar y solo asintió.
Rápidamente llego hasta ella entrando juntas.

–Buenos días señoras, soy la Doctora Collins y estaré a cargo de su embarazo, ¿Señora Cabello?

–Humm... soy yo.–Camila respondió tímidamente.

–Muy bien, tomen asiento.

Ambas lo hicieron de manera mecánica, Camila no podía dejar de sentirse nerviosa y lo representaba moviendo su pierna a una velocidad considerable.

–Cálmate, todo estará bien.–La latina escucho el susurro de Lauren en su oído tocándole la pierna para que parara y así lo hizo.

Después de que la ginecóloga pesará y midiera a la latina se encontraba recostada en la camilla apuntó de escuchar por primera vez los latidos del corazón de su bebé.

–Es muy pequeño por lo que ahora solo escucharas los latidos de su corazón.–Dijo la doctora Collins.

Y de pronto se escucharon unos fuertes latidos por todo el lugar y sin pensarlo Camila comenzó a llorar al caer en cuenta de que se trataba de su hijo.  Iba a ser madre de una hermosa criatura que amaría con todo su corazón.

La ginecóloga le hizo un movimiento de cabeza a Lauren para que se acercara y está lo hizo sin pensarlo dos veces. Camila sintió a Lauren tomarle la mano y sin dudarlo la miró con felicidad.

–Lo sé Camz. Será un hermoso bebé, te lo prometo.

Sintió como Lauren le limpiaba las lágrimas que rodaban por sus mejillas , pero no objetó nada, lo dejo estar porque la necesitaba y era tanta la emoción que no se dieron cuenta que la ginecóloga las había nombrado como si fueran una pareja antes de darles la receta con la vitaminas que debía de tomar cada día Camila antes de salir de la consulta.

Creo en ti  [Camren]Where stories live. Discover now