27. Los abuelos

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Félix

Estoy sentado con papá en las sillas del comedor, él dejó los papeles del trabajo, para hablar conmigo de... algo vergonzoso.

—Te contaré una historia.

Me río cuando dice aquello.

—Recuerda que no eres bueno contando cuentos. Yo me quedaba dormido cuando era chico.

—Buen punto. —Sonríe—. Lo resumiré, tu abuelo era un pervertido y fue a diferentes especialistas para reducir su libido. —Nos señala a ambos—. Y eso se hereda. —Levanta el dedo percatándose y agregando—: Ah, y tu tía también lo tiene, así que está demostrado que no tiene nada que ver con que seamos hombres.

Me quedo tildado un segundo, recalculando lo que dice.

—¿Y lo logró?

—No, sino Crista y yo, no existiríamos. —Se ríe.

—Qué vergonzoso, no quiero saber eso de los abuelos. —Me dio un escalofrío de solo imaginarlo.

—Eran jóvenes en esa época. —Vuelve a reír.

—Igual no quiero saber.

—Ya hablamos de donde surgió el gen Ricoy, ahora hablemos de cómo controlar al míster libido. —Se pone serio.

—Más hablamos, me pones más nervioso, pero... —Me concentro—. Este es el punto importante.

—Primero y principal ¿Cuándo fue la última vez que tuviste novia? —Se lo piensa—. ¿No salías con Dahia antes? Creí que estaban bien ustedes.

—Es que... —Bajo la vista—. Me gustaba Dahia, pero como amiga —exclamo nervioso—. Ahora estoy en otro asunto, uno más complejo.

Se oye el ruido de algo caerse y sale Tristán corriendo de la cocina.

—¡Mamá tiró las cosas! —grita el pequeño travieso.

—Ese niño es un chismoso. —Me río.

—¡Perdón, no pude evitar escuchar! —Viene Celeste avergonzada pero sonriente y pone la mano en su mejilla—. ¿Estás enamorado? ¡Ay qué lindo! Ustedes sigan hablando —Se gira—, yo me regreso.

—¿Cely? ¿Qué se te cayó? —Se para papá de su asiento—. No levantes cosas pesadas.

—Fue un canasto, no es nada. —Se ríe ella—. Ustedes sigan hablando.

—No, no yo ya me voy. —Me levanto también y camino a la puerta—. Mejor hablo con Pipu.

—¿Con ese irresponsable? —Se gira papá a mirarme.

Toco la manija de la puerta y me río.

—Yo soy peor. —Abro y me quedo tildado un segundo, viendo a quién tengo al frente, entonces levanto una ceja—. ¿Abuela?

—Hola, querido. —Sonríe con malicia y yo me quedo observándola.

Papá se ve enojado cuando la abuela pasa, entonces tengo que retroceder. Al cerrar la puerta, la sala queda en completo silencio. 

Herencia Ricoy (R#10)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora