Herencia Ricoy (R#10)

30. Gestos desagradables

Katerina

Le grito a Patrick para que regrese, pero se queja de que lo llamé así. Antes de seguir mi madre me detiene.

—Déjalo, pobre. —Se ríe.

Me giro a mirarla.

—¿Así que... —Sonrío—de compras?

—Eso dije.

Miro hacia al auto y mi gesto alegre se esfuma.

—¿Invitaste a Tatiana también?

—¿Qué tiene de malo? —Levanta una ceja.

—No la soporto —exclamo con rabia.

—No seas así, ella...

Presiono mis dientes furiosa.

—¡¿Ella qué?! ¡¡Ella no es nadie!!

Frunce el ceño.

—No me levantes la voz y deja esos caprichos, Taty no te ha hecho nada.

—No, la verdad que no, tú eres la que le presta atención, no es tu hija ¡No lo hagas! —me quejo.

—Esos celos no te ayudan en nada.

—¡Puf! ¿Celos? Ni que me llegará a los talones. —Ruedo los ojos—. Ni que fuera la estúpida de Priscila. —Muevo mi cabello—. Yo no te celo, mami, ese privilegio solo lo tiene papá. —Me giro—. Y si me disculpas, tengo asuntos más importantes que atender.

—¡Katerina! —La ignoro cuando me llama y corro en la dirección a donde se ha ido Patricio.

—¡Patrick! —le grito y él comienza a huir—. ¡No escaparás de mí! —exclamo con confianza y sonriente.

—¡Aléjate, loca! —me responde mientras lo sigo persiguiendo.

Cuando estoy a punto de alcanzarlo se detiene, en un principio no lo entiendo, pero cuando llego hasta él, hago un gesto de desagrado al ver al otro.

—Elías Elek ¿Por qué sigues aquí? —Lo visualizo agachado concentrado en su motocicleta.

Sus ojos verdes voltean a vernos a nosotros y sonríe.

—Parece que se rompió. —Se ríe—. Estoy perdido.

Y lo dice tan animado.