Herencia Ricoy (R#10)

66. Ricoy suena mejor

Tatiana

¿Qué hice? ¿Cómo es que estamos en Deluxe? ¿Y ahora qué hago? ¿Qué le digo Crista?

Estúpida boca que no se mantiene callada.

Estoy sentada en una de las sillas de al lado de la oficina de la Reina, mientras Papá Nick habla con ella allí.

¿Qué le estará diciendo? ¿Van a matarme? No imagines estupideces. Tonta, tonta, tonta. Toco mi bolsillo por los nervios y noto que sigo teniendo el folleto que me dio Katerina. Esto me sigue a todas partes, debería tirarlo. Me levanto del asiento y justo la puerta del despacho se abre. Como toda una diosa, como le dice David, camina hasta mí y me sonríe.

—Taty, vamos a hablar, ¿de acuerdo?

—Pero... —Bajo la cabeza.

—Nick me contó lo que le dijiste. Levanta la mirada —ordena—. Una Ricoy siempre tiene que tener la cabeza en alto.

—Es que no lo soy.

—Tengo un papel que dice lo contrario.

La miro un segundo y veo su sonrisa, así que bajo la vista de nuevo.

—No sirve de nada, es solo un documento.

—¿Acaso no vale lo que yo digo? Piensa en lo que estás diciendo. —Apoya las manos en mis hombros y vuelvo a mirarla—. Tú eres valiosa, al igual que mis otros dos hijos, nadie me obligó a firmar ese papel, yo acepté con toda sinceridad. Además —Me suelta y mira a Nick que está escuchando desde la puerta sonriente—, ¿Kovalev? Ni sé cómo se pronuncia eso. —Él finge que le dolió lo que dijo y ella se ríe—. Ricoy siempre estará a la delantera.

—Y sino te ponemos el apellido de David. —Mueve las manos el morocho bromeando—. Lovelace, es puro amor, ¿entiendes? ¿Love? ¿Amor? —Hace una carcajada—. Vale, ya dejo mis chistes malos.

Crista vuelve a observarme.

—¿Ves? Ni Lovelace suena bien. Tú eres una Ricoy, y eso nadie puede quitártelo mientras yo viva, eso te lo juro —Se pone seria—, ¿entendido?

Suspiro.

—Es que...

—¡¡Pero era un hermoso discurso!! —Finge llorar Nick.

—Si no sabemos la razón de por qué llegamos a esto, nunca lo arreglaremos. —Lo mira a él y luego a mí—. Dime ahora qué es lo que no le has dicho.

—No es nada. —Observo a un costado.

—¿Te peleaste con Katerina? —Me sobresalto cuando dice eso y sonríe—. Lo sabía, soy una genia —exclama con la cabeza en alto y luego me observa—. No te preocupes, alguna vez tenía que tener esta conversación con Katerina.

—¡No, no hace falta! —digo nerviosa—. ¡No quiero problemas! —Se me cae el folleto de la mano y lo levanto—. Lo siento —expreso confundida.

—¿Qué es eso? —Me lo quita—. ¿Algún tipo de concurso? —Sonríe y mira a papá—. ¡Tengo una idea, Nick! —observa el papel con una confianza intensa—. Haré que Katerina cambie de opinión sobre Tatiana con esto.

—¡Genial! La jefa siempre con buenas ideas, seguro será estupendo —exclama muy feliz el morocho.

—Gracias, lo sé —expresa altanera y mueve sus bellos cabellos rubios.

Esto me está empezando a dar miedo ¿Será buena idea?