:re 🚬 Haise/Kaneki

༺ Four ༻

[Guarida de Aogiri]

– ¿A dónde vas? –preguntó, sentándose en la cama.

– Saldré –dijo mientras acomodaba su cabello frente al espejo.

– ¿A éstas horas? ¿Te mandaron?

– No, solo voy a despejar un poco mi cabeza –rió.– ¿Quieres ir conmigo?

– No, está bien. Los bares no son lo mío.

– Bien. Nos vemos mañana entonces.

– Claro –sonrió.– Diviértete, nee-chan.

– Gracias, Hina-chan –sonrió y la miró.

– Te ves bonita.

– Gracias.

– Cuídate.

– Tú también –besó su frente.– Adiós.

– Nos vemos –sonrió.

Tn (Multimedia) salió de la guarida y subió a su auto, yéndose al bar al que había acordado con una "colega".

[Distrito ??]

En un bar, lleno de alcohol y música fuerte, varias personas menores de 30 años hablaban y bailaban mientras bebían. Tn entró, acercándose a una joven de cabello oscuro con un cubrebocas y la capucha de su chaqueta puesta.

– Creí que no vendrías.

– Ah tranquila, solo un poco de transito –rió.– Como sea, dime qué debo hacer.

– Ayudar a llevar comida...es la respuesta más adecuada. Así de fácil –bajó su cubrebocas y sonrió.

– "Comida", eh –rió.– ¿Es peligroso?

– No. Solo estoy ayudando.

– Bueno...me gusta la adrenalina. Cuenta conmigo.

– Perfecto. Ya sabes cómo son los trabajos de Madam así que no tengo que explicarte mucho.

– Ajá. Solo dime dónde y cuándo.

– Claro.

Una joven de corto cabello verde con un parche se acercó a ellas, sonriendo.

– ¡Ese tipo de cabello es estupendo! –dijo a la del cubrebocas.– ¡El tuyo también! ¡Eres muy bonita! –le dijo a Tn.

– ¿Uh?

«¿No es...el chico que fue a la cafetería la otra vez? ...Hm no, no lo creo ¿Por qué se vestiría de chica en todo caso?», pensó Tn.

Tn y su compañera, Cascanueces, intercambiaron miradas. Tras intercambiar algunas palabras, la joven de cabello corto corrió hacia tres chicas que estaban un poco aisladas del resto.

– Vamos –susurró Nueces.

– Sí.

Ambas comenzaron a caminar, perdiéndose en la multitud.

[Día siguiente]

Haise entró a aquella cafetería, con la esperanza de encontrar a esa pelinegra allí, pues aquel lugar era su única conexión con esa chica. Y, para su suerte, ella estaba allí ese día.

Tn estaba sentada en una mesa alejada, bebiendo un café mientras leía un libro; vestía, como siempre, de negro.

Una semana y media era el tiempo que llevaba frecuentando esa cafetería por las mañanas y las tardes, con la esperanza de ver a aquella chica que tanto rondaba por su cabeza. Y ahora, por fin la había encontrado.
Se acercó a aquella mesa y llamó la atención de la de orbes negras.