Capítulo 21

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Al despertar tardé varios segundos en reconocer el lugar en el que me encontraba. Durante el sueño había regresado al centro de la Liga, reviviendo todo el sufrimiento y angustia de no saber si algún día saldría de ese lugar o no. El alivio fue instantáneo una vez que recordé que esos días habían terminado y me encontraba en una casa donde cuidaban de mí con especial consideración. Pero había algo que se me estaba escapando, una parte de mí me decía que tenía que recuperarlo y, a la vez, mi otra mitad gritaba que no continuara más allá.

Sabía que había algún motivo por el cual mi cuerpo se volvía a sentir tan cansado, por el que sentía que sería imposible hacer el más pequeño truco de magia y era de aquello de lo que escapaba.

—Esto no me va a gustar —me dije a mí misma, presintiendo que lo olvidado solo traería penurias a mi vida.

Repasé lo que había hecho el día anterior, me había levantado con mucha dificultad para recorrer la casa y sabía que lo había hecho, pero no el cómo. Mis pies aún estaban doloridos, debía haber habido alguien que me ayudara.

—La elfo —logré rescatar luego de varios segundos, aquella chica de cabello rubio, pero cuya cara había sido borrada de mi memoria. Sabía que existía, aunque no el cómo era.

Continué con mi revisión, rememorando también mi reencuentro con Geox y fue entonces cuando mi corazón se aceleró, algo había sucedido con él que me tenía así. Habló de una reunión y me devolvió a mi dormitorio, aunque yo no me quería quedar ahí y entonces mi mente hizo click. Asistí a la reunión de todos modos y lo hablado en esa sala regresó a mí con tal claridad que parecía imposible que hubiese podido olvidarlo. Aun estando acostada mis latidos estaban tan acelerados como si acabara de correr un maratón, mis ojos anegados de lágrimas y mi respiración se tornó desigual. Sobre mis hombros sentí el peso de todos los seres mágicos sobre mí, aquellos que inocentemente creían que yo realmente estaba destinada a salvarlos y esperaban que lo hiciera sin pensar en lo débil que era realmente. Si una noticia me dejaba en ese estado ¿cómo reaccionaría si estuviera de frente con un batallón de guardias? Ellos eran miles, yo una sola y ya habían hecho conmigo todo lo que se les vino en gana, nada les impediría hacerlo nuevamente.

El dormitorio me empezó a parecer pequeño, una celda de cárcel en la que me tenían encerrada a la espera de mi mejoría. Me sentía usada ¿me habrían dado los mismos cuidados si no fuera la última hechicera? Ellos solo esperaban mi recuperación para llevar a cabo sus planes, era todo lo que querían de mí, nada más y yo no me sentía capaz de dárselos. Si bien era como si mi cuerpo estuviera hecho de hierro, me levanté de todos modos y caminé a paso lento y liviano por los pasillos. La mansión en su totalidad estaba a oscuras, todos debían estar durmiendo, por lo que debía evitar despertarlos para que acabaran con mis planes.

No sé si era la desesperación o realmente mis pies ya estaban mejorando, pero caminé sin pausas por los pasillos hasta llegar a un ventanal que daba al patio trasero. Desconocía lo que había más allá de aquellos árboles que rodeaban la vivienda, nadie me había hablado de ello, no obstante tomé el riesgo y me dirigí a ellos, burlando a un par de personas que vigilaban la salida a un par de metros de mí. Me confundí con la oscuridad para luego encontrar cobijo entre los árboles que me permitían su paso, recordándome a mi padre y sus palabras cuando era más pequeña.

—A ti la naturaleza siempre te ha cuidado. Cuando te sientas mal o escapes de algo, no dudes en acudir a un lugar así —exclamó abriendo sus brazos para mostrar el bosque en el que estábamos de excursión—. A lo mejor ese es tu tipo predominante.

Lo cierto es que yo nunca lo tuve. Los magos y hechiceros siempre tenían un tipo predominante para hacer magia, lo decía su apariencia, sin embargo la mía seguía cambiando con mi ánimo como sucedía con los niños y mis manos no sentían una afinidad especial por algún hechizo en particular cuando los hacía. Podía crear un incendio con la misma facilidad que hacía un maremoto, terremoto o una tormenta.

La última hechiceraTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang