capitulo 16

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El sonido de unas voces distantes y pasos sigilosos despertó a

Estrella de Fuego. Abriendo las fauces con un bostezo pensó que ya

era hora de levantarse y asegurarse de que habían salido las

patrullas. Cuando abrió los ojos se encontró con la cueva

desconocida, sus paredes arenosas y aquellas concavidades puras en

la roca, y el recuerdo de dónde estaba inundó su mente. Por un

instante había creído estar de vuelta en su vieja guarida bajo la Peña

Alta, durmiendo en su musgo calentito y los helechos con la luz del

sol filtrándose por entre la cortina de líquenes de la entrada. En vez

de eso se encontraba en una cueva desierta que una vez perteneció al

Clan del Cielo, con Tormenta de Arena desperezándose a su lado.

La gata levantó la cabeza.

– Me parece haber oído algo.

– A mi también- Estrella de Fuego se levantó. Aún oía los

movimientos provenientes de la cima del risco y cuando olfateó el

aire captó el fuerte olor a gato.

Alzó la cola para indicarle a Tormenta de Arena que

permaneciera en silencio e inmóvil, y se acercó a la entrada. La luz

diurna se colaba en la cueva desde el cielo claro; el sol no había

sobrepasado la quebrada y el aire era frío. Se asomó por la boca de

la cueva.

Miró arriba justo a tiempo de ver una oscura cola atigrada que

desaparecía de la vista entre los arbustos que crecían en la cima del

risco.

– ¿Está ahí?- maulló nervioso un gato.

– ¡Eso creo!

Estirando más el cuello, Estrella de Fuego cogió aire para

llamarles pero antes de realizar ningún sonido, una piedrita cayó

desde la cima del risco, pasándole a tan solo unos ratones de

distancia de la nariz y repiqueteando quebrada abajo.

Le llegaron desde arriba más sonidos de pisadas y un mal

sofocado ronroneo de risa.

La primera vez se dirigió a él.

– ¿Has encontrado lo que buscabas en el cielo, estúpida bola de

pelo?

– No me sorprende que no tengas amigas, ¡aliento de perro!-

agregó la segunda voz- ¡A que no puedes cogernos!

Otra roca cayó rodando por el risco sin darle a Estrella de

Fuego por los pelos, y oyó el sonido de dos gatos revoloteando entre

los arbustos en medio de fuertes maullidos triunfales.

Furioso, se lanzó hacia arriba. Pero para cuando ascendió la

cima del risco y se internó entre la maleza, ambos gatos ya estaban

demasiado lejos como para darles persecución. Los vio, un atigrado

oscuro y una gata carey que corrían hacia el lejano Poblado Dos

La Busqueda de Estrella de FuegoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant