Capítulo 2.

840 96 32
                                    

El día en que lo decidí recuerdo vagamente que fue un pensamiento rápido y muy fuerte, tanto que lo cogí a la velocidad de un rayo y me lo tomé como lo hacen las personas sedientas. Quizás fue una idea muy estúpida a la edad que tenía y por la experiencia pero luego lo agradecí, al menos no estaba llorando la mayoría del tiempo por un chico como mis amigas. ¡Va! no me arrepiento de nada, aunque a veces me imagino que ya pasó mi "alma gemela" y no me dí cuenta por mis ideales, pero luego veo a Mercedes y comienzo a reír. Ella y su ex esposo se amaban mucho y hasta yo creí que en ellos había funcionado y puede que pensé en darle una nueva oportunidad al amor pero este romance duro muy poco aunque se notaba que se querían.

Entonces si la única pareja a la cual le tenía fé había culminado, ¿que se esperaba de el mío? al menos ella es comprensiva, amigable, calmada y yo en cambio soy un poco... diré que soy diferente aunque la palabra correcta es loca, apuesto que la señora que me acaba de ver debió pensar que lo soy, por mi forma de vestir. No se asusten tampoco es que me vista como una payasa pero me gustan los colores y los utilizo de acuerdo a como me siento.

Por ejemplo, hoy me desperté feliz así que me coloqué una blusa con una carita feliz, cabello recogido en dos moñitos, pantalón amarillo y mis baletas que son de todos los colores ya que sería complicado y costoso comprar un zapato para cada estado de animo, tampoco es que tenga mucho dinero como para regalarle dinero a las personas que hacen calzados y mucho menos a los de la ropa o tal vez sí pero no pienso hacerlo. Quizás ya acertaste y si no te diré, yo hago mi propia ropa, estudié diseño de moda. Aunque cuando lo digo en voz alta las personas me miran de los pies a la cabeza y no los juzgo, yo haría lo mismo.

Volviéndo al tema central, a la edad que tomé la decisión no fue difícil alejarme de los chicos ya que tenía la cara adolescente, es decir, llena de granitos -aún no entiendo como las cantantes o actrices joven no pasan por esta etapa, quizás se aplican magia en la cara o simplemente fue suerte- y al dejar de importarme los hombres me dí cuenta que ya no tenía un peso en los hombros, ese que te inculca todo el mundo hasta en la televisión, esa que toda chica le encanta desde pequeña, la historia del príncipe y la princesa y un vivieron feliz por siempre. Aunque digamos al crecer que ya no creemos en eso, una parte de nuestro cerebro almacena esa información y luego las convierte en ilusiones, destinadas a hacernos felices por un rato y luego nada, caemos en unos tsunamis.

Porque las ilusiones son tan dulces que a veces somos adictos a ella y no nos damos cuenta de que un muro de desilusiones se avecina pronto.

Quizás por eso cuando veía a una bebé le deseaba suerte en el amor aunque sé que no las va a tener.

No es por hacer responsable a el chico que me gustó pero si influyó mucho, a veces las desilusiones duelen más de lo que imaginamos y él fue el causante de un gran dolor en mi corazón.

Su nombre es Javier Gonzales, él era el nerd del salón y no era nada bonito, puntualizo esto para poder contar algo sobre mí. A mi realmente nunca me ha importado mucho el físico de las personas, y él no llegaba a ser ni el mas simpático del salón, su nariz no era recta, utilizaba gafas, su cabello lo mantenía con un olor horrible, no le importaba como se vestía y a veces ni se bañaba para ir al colegio; ¿como sé esto? créeme cuando te digo que se le notaba y demasiado.

Pero a pesar de eso, me parecía el mejor chico de mi salón.

Mis amigas al darse cuenta que a veces me quedaba mirándolo en clase se burlaron de mí, me decían que si estaba ciega y yo siempre lo defendía porque para mí no importa el física sino los sentimientos. Y es que ahora creo que realmente fuí estúpida, no me dí cuenta de que él no era ni la mitad de la persona que yo creía que era.

Como es normal de todas cuando tenemos un chico que nos gusta y se enteran tus amigas, ellas hicieron que le hablara y fue así como me convertí en su amiga.

Sin ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora