Capítulo 15.

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Estoy en esa decisión de: "¿Cabello suelto o amarrado?". Y ya mi típico: "Con lo que tú te sientas bien" no funciona porque me gustan de las dos maneras.

—¡Ya llegué!—gritan desde abajo y luego de escuchan varias pisadas, debe estar corriendo por la escalera, vuelvo a intentar acomodar mi cabello—. ¡Y aquí estoy!

Pegó un brinco y digo vulgaridad es mientras ella se ríe.

—¡¿Por qué entras así?!—le digo alzando la voz y frunciendo el ceño.

—Porque siempre te asustas—explica como si no tuviese importancia y hace un movimiento extraño con las manos, de repente hace como si se paralizara—. Wow, que mamasota, debes prestarme ese jean y también la blusa, no, ¿sabes que? damela ya.

Se acerca a mí con intensión de arrancarme la ropa pero la detengo.

—Te llamé para que me ayudes, no para que empeores la situación, ¿ok?—le espero mirándola fijamente, ella baja las manos y asiente—. Sara, ¿cabello suelto o recogido?

Se queda pensando y luego sonríe.

—Peleaste con Barbara, ¿cierto?—dice y yo miro a otro lado—. Lo sabía, normalmente la llamas a ella en estas situaciones.

—Lo siento, voy a ir a una cita y esto me tiene no sé ni cómo—intento explicar y me río, ella hace un sonido extraño y la veo. Me doy cuenta, que estúpida.

—¿Estás saliendo con alguien?

—No tengo tiempo para esto—le espeto—. Y no, no estoy saliendo con nadie, es solo una cita.

—¿Solo una cita?—dice sin poder creerlo y la miro mal—. Te ayudaré.

—Por fin.

—Y tengo la mejor solución—dice muy segura de sí y me manda a sentar—. Verás como te encantará.

Empieza a arreglar mi cabello y yo intento no morirme de los nervios, no me gusta que me toquen el cabello porque es muy ondulado y difícil de tratar así que me da pena pensar en lo que ellos deben sentir, creo que es un complejo que tengo. Sara se coloca al frente mío y me saca unos cabellos y me muestra mi cabello por el espejo.

—¿Por qué no pensé en esto antes?—exclamo sorprendida, mezcló los dos peinados—. Gracias befita.

Admito que me gusta mucho cómo me veo, ese chico se caerá para atrás.

—¿A qué hora te toca la cita?—pregunta mientras se sienta en la cama, miro mi celular y  son las ocho.

—Me dijo que llegara a las ocho y media—le digo, ella alza una ceja—. Iré a donde trabaja, una discoteca así que él sale a esa hora del trabajo.

—¿Un barman?—dice mirándome raro—. Es interesante esto, me gustaría saber cómo te logró atrapar.

—Nadie me ha atrapado, solo... estoy intentado dejar esa idea—confieso, ella se queda callada—. Es que... quizás me he equivocado, la verdad no quiero hablar de esto.

—Está bien—dice, eso me gusta de ella, sabe cuándo no debe insistir y solo me da el apoyo—. Creo que ya me voy.

—Gracias por la ayuda, me saludas a mi ahijada—le digo.

Y se va, así sin más. Suspiro y reviso mi celular encontrándome un mensaje de un número desconocido.

Le respondo con un simple "¿quien eres?".

—¿Que mierda?

En seguida entra una llamada.

—¿Que quieres, Javier?—digo enseguida que contesto, él se ríe—. No me jodas.

—Guarda mi número, linda—dice y me cuelga, bufo exasperada y enseguida lo bloqueo.

Creo que Javier es demasiado estupido, Dios mío.

Un sonidos de un carro me hace fruncir el ceño, y más al ver que él me llama.

—¿Ya estás lista?—me pregunta enseguida que contesto.

—Si, ¿por qué?

—Sal, estoy afuera—responde.

—¿Qué?—soy capaz de decir pero no hay ninguna respuesta, meto mi celular a un bolso pequeño rojo, de rapidez me echo un poco de polvo, rubor y labial, y corro para afuera.

Espera, no tienes que correr.

Camino muy lento, abro la puerta de mi casa y quedo quieta al verlo en frente mío.

—Hola—me saluda Lucas y me regala una sonrisa de medio lado.

—Hola—tambien lo saludo—. Quedamos en vernos en donde trabajas, ¿no?

Aunque realmente quiero decir: ¿Que mierda haces tú aquí?

—Hoy no trabajaré.

—Bien, vamos ya.

—Deja el afán, te estoy diciendo algo—me dice y yo asiento—. Así que pensé que a lo mejor deberíamos ir a otro lado, ¿tal vez al cine?

—¿Al cine?

—Si—responde cortante y se rasca el cabello, y no puedo evitar pensar en la posibilidad de que tenga piojos—. ¿Una película de romance?

Me río a carcajadas, niego mientras agarro su mano y lo llevo al carro.

—Mejor maneja.

Entramos al carro y el enseguida comienza a manejar.

—Oye, ¿que cine te gusta?

—Cinecolombia por favor—digo sonriéndole.

—¿Qué? mejor es cinemark—comenta y yo cierro los ojos.

—Mejor quédate callado antes de que dañes las cosas.

Él hace caso y en poco tiempo llegamos al centro comercial.

—Voy a parquear, ¿te bajas o me acompañas?—me pregunta.

—Mejor me bajo y te espero en la entrada.

Él asiente así que eso hago y veo como él se aleja lo más rápido que puede, pero camina lento hacia mí y puedo verlo mejor. Esta vez tiene un jean claro, unos zapatos de esos que se están usando últimamente que me gustan y un suéter blanco con una rayas negras.

—Vamos—me dice y me agarra la mano y no la suelta hasta llegar al cine—. Estás sudando.

—¿Qué?—digo medio embobada, me suelto y me limpio el dorso de la mano—. Lo siento.

—No te preocupes, no me disgusta—dice y me vuelve a agarrar la mano. Bueno, va ganando puntos.

—Buenas noches, ¿que película desean ver?—me dice la chica que está atendiendo.

—Dos entradas para la purga—digo y veo como sonríe—. ¿Qué? me gusta ese tipo de películas.

—Y a mí me gusta que te guste a ti—dice él, coge las entradas—. Ya va a empezar, vamos, ¿quieres un combo?

—No puedo ver películas sin crispetas.

—Interesante dato, lo tendré también en cuenta la próxima vez.

¿La próxima vez? él cree que va a ver otra, intento no reírme.

Cuando nos dan las crispetas me doy cuenta que vamos a estar realmente en el cine, uno al lado del otro, nunca había ido a cine con un hombre que no fuese mi primo o algún novio de alguna amiga. Y ahora voy a entrar con un chico, en una cita.

En las citas hay besos, mierda, era mejor en la discoteca.

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¡Hola!

No actualicé ayer pero si hoy así que amenme :3.

Sin ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora