Capítulo 12.

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Lo miro sin entender y él me mira sonriendo

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Lo miro sin entender y él me mira sonriendo.

—¿Ella?—pregunta Paola sin poder creerselo, ella ríe—. Estás jugando, ¿cierto?

—No y no entiendo porque te ríes—contesta Felipe, miro a la chica y me coloco una mano en la cadera mientras enarco una ceja.

—¿Desde cuando?—dice Paola mirándome.

—Hace poquito, menos de una hora—responde Felipe encogiéndose de hombros.

Bien, al menos no estoy tan perdida como creí.

—No lo puedo creer, y yo que venía a declararme—espeta Paola, y de repente tengo miedo de que se ponga a llorar.

—¿De que hablas? si tienes novio y es mi mejor amigo—cuestiona, ¿qué? pero, ¿que cosas estoy oyendo? por Dios.

—Entiendo—dice y luego se ríe—. Estás tan tragado de mí que tuviste que buscar una estúpida que te ayudara a olvidarme.

Miro a Felipe, él está frunciendo el ceño.

—Nunca me has gustado Paola, eres la novia de mi mejor amigo y también te consideraba mi amiga—comenta Felipe, me suelto de su mano y me coloco al frente de él, ya me harté.

—¿Que es lo que te sucede a ti? respeta a tu novio, no te metas con otro hombre, no pierdas el poquito de dignidad que tienes, pedazo de mentirosa—escupo, ella me mira en silencio—. Uno, tú tienes novio y no deberías andar rondando a otro, dos, estás delante de la novia del chico que quieres conquistar, respeta mija, y tres, ¿tan estúpida eres qué crees que Felipe le gustas?

—Eso parecía cuando me besó—suelta sonriendo, lo típico.

—Eso no es verdad—se limita a decir Felipe.

—Lo sé, Felipe—digo y me vuelvo a dirigir a ella—. Sacaste la carta más vieja, eso demuestra lo poco inteligente que eres, él no desperdiciaría su tiempo con una boca tan usada como la tuya.

—¿Y la tuya si vale la pena?

—Más que la tuya, sí—le respondo—. Al menos por la mía no ha pasado tantas cosas por ahí, ya sabes, en la tuya a pasado de cuánto hombre por ahí y abajo más.

—¿Y en la tuya no?

—Para que veas que no, yo si cuido mi boca.

—Una mojigata.

—Me dices así solo porque soy decente, entonces yo te llamaré...

Felipe me interrumpe al colocar su mano derecha en mi hombro, lo veo.

—¿Desde cuando Jonathan te da las llaves de mi casa? damelas y no vuelvas aquí jamás—dice seriamente Felipe, ella tira las llaves en cualquier lugar y se va pero no sin tirar duro la puerta de la casa.

Sin ellos.Where stories live. Discover now