CAP 46. Siempre

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Todo lo que yo conocía, todo lo que todos los días veía normalmente, todo lo que pensaba que era normal ver, se tornaba algo ínfimo, no podía pensar con normalidad, no podía ver las cosas como realmente eran, no podía darme el lujo de pensar como una persona normal lo haría. Estába en una posición en la que jamás creí verme observando, que era lo que destino deparaba, qué era lo que el destino tenía planeado para mí, que era lo que pasaría después, ¿cuál sería el próximo paso?

Me dificultaba el hecho de pensar el hecho de poder conjugar dos palabras y hacer una oración coherente. A pesar de que Aly,  y Lu estuviesen allí, todo era muy complejo para mí.

Mi mente era una especie de rompecabezas en la que no podía decir cuál idea estaba bien y cuál estaba mal, que pensamiento está ordenado, y cuál no era parte de la realidad. Qué otra cosa era parte de mi razonamiento y todo lo demás.

Quería arrastrarme a su cama y preguntarle cómo era que se sentía una y otra vez, pero él aún estaba dormido, inconsciente, quizás no podía oírme, no podía verme, estaba en un estado adormilado.

Me dirigía el pasillo una vez más con mis ideas algo revueltas y encontré un médico que me aseguro que en cuanto todo estuviese mejor y él hubiese despertado, me llamarían para observar como habían sido los cambios. Aguarde un par de horas en el pasillo; cada minuto parecía un extraño instante en el medio de un desierto, en el que no tienes  agua, no tienes nada, no tienes comida, lo único que tenés es tu fría mente calculadora pensando una y otra vez cuál sería la realidad que afrontaría minutos después.

Lu me ofreció tomar algo pero en realidad, tenía un nudo en el estómago que no iba a dejar que nada pasara por ahí. Ali se encargó de calmarme, consolarme dándome pequeñas palmas en la espalda asegurándome que todo iba a estar bien, pero algo me decía que nada iba a salir como yo lo tenía planeado, que todo iba a cambiar, que todo iba a ser diferente.

El doctor preguntó por los familiares del señor Blacke y no dudé un segundo en saltar de la silla y colgarme un poco más del cuello de ese señor. Le pregunté soñolienta cómo había sido la operación, el dijo que había salido todo bien, pero que deberían ver los resultados luego de que le quitaran las vendas.

(...)

Habían pasado cinco días ya desde la operación de Ethan, y teníamos previsto una cita con el doctor para que le quitaran el vendaje de los ojos.

Lo colocaron en una mesa junto con un par de tijeras y otros instrumentos metálicos que en realidad no tengo idea para qué se usan, Ethan se veía nervioso, con miedo, apretaba muy firmemente las sábanas con sus manos.

Esta semana había sido muy difícil, tuvimos que lidiar con los problemas de la corta visión, con llanto, con sonrisas, con promesas que no sabíamos si se van a cumplir, pero este momento, ese mismísimo momento, era el que iba a deparar si todo esto iba a ser cierto o todo había sido vano.

Yo prometí que cuál fuera el resultado igual estaría su lado. Una y otra vez y las veces que sean necesarias, no lo dejaría nunca de lado, jamás en mi vida.

-¿Estás listo?- preguntó al doctor con la voz firme.

-Desde hace Cinco días- respondió y sin dudar un segundo, el doctor tomó una tijera con sus manos y corto una pequeña venda de la cual empezó a desenvolver varios metros de ella. Las vueltas estaban acabándose, tenía más claros los ojos, tan cerrados y aún comprimido por la presión que ésta le inculcaba. En el momento en que ya no tenía más venas en los ojos, el doctor le autorizó a abrirlos lentamente, ya que estos podía estar algo pegados.

Le colocó unas gotas encima y dejó que los abriera con el tiempo que el considerase necesario, tenía mis dedos firmemente apretados, mi cabeza manipulando ideas una y otra vez desde ese día en la mañana.

Mi Chico Ideal ♡Where stories live. Discover now