[ nueve ]

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Theo le había regalado varios libros, entre ellos algunos bastante infantiles, acompañados por una nota que explicaba el que aquellos eran los que su madre le leía antes, cuando era pequeño y no podía dormir.

Era extremadamente tierno y significativo, y estaba muy agradecida, pero no podía valorarlo de esa manera, porque cada vez que los veía sobre su velador, cada segundo de aquel día, sin importar lo que estuviera haciendo, el recuerdo de sus manos sosteniéndola tan bruscamente, y sus labios intentando arrebatarle todo el oxígeno que tenía volvía, y con ello la imagen de sus ojos azul eléctrico, oscuros y brillantes, prestándole atención solo a ella.

Durante el almuerzo él ni siquiera noto su presencia, paso de largo de ella, como si fueran desconocidos, y por eso, en la noche, cuando lo encontró en la sala común, decidió ignorarlo también, y fingir que nada había pasado.

Y pasaron varios minutos en silencio, podía sentir la mirada de él sobre ella, constantemente, recorriéndola de pies a cabeza, haciéndola sentirse desnuda.

Pasaron horas, Lyra simplemente no tenía sueño, pero Theo ya se encontraba dormido, sobre el sillón, en una posición notablemente incomoda.

Se levanto para dejar el libro que él aún mantenía en sus manos sobre la mesa, y ver su cara tan tranquila la hizo olvidarse de sus molestias. Contemplaba sus rasgos relajados, bellos y afilados, sus labios en una fina línea, sus ojos cerrados, y sus manos a sus lados.

Pero luego, su mandíbula se tenso, su ceño se frunció, y su piel ya pálida, se volvió aún mas clara, tomando un tono enfermo repentinamente. Movía su cabeza, movía su cuerpo, de maneras desesperadas, y negaba repetidas veces.

Lyra se sentó junto a él, tomando su mano mientras se preguntaba si debía despertarlo o no. Opto por no hacerlo, pues corría el riesgo de que se encontrara totalmente desorientado.

—Esta bien, vas a estar bien—le susurro Lyra, sin saber exactamente que hacer para reconfortarlo—. Theo, tranquilo, es solo un sueño.

Los movimientos de Theo continuaron siendo bruscos espasmos por largo rato, y Lyra continuó hablándole, porque incluso si no despertaba, quizás muy adentro de su cabeza podía escucharla, podía sentir su presencia y compañía.

Cuando aún con sus ojos cerrados, durmiente, lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas, un nudo se formo en la garganta de Lyra, quien solo reacciono a abrazarlo, pegándolo a su pecho, como lo hacía una madre con un bebe, con la intención de que los latidos de su corazón lo tranquilizaran, mientras lo sostenía firmemente, como si a través de mayor fuerza pudiera demostrarle mayor presencia.

Un tiempo después los ojos de Theo se abrieron, su cuerpo temblando, pero no se movió mucho más. Se quedo ahí, entre los brazos de Lyra, escuchando los latidos constantes de su corazón, sus ojos clavados en la fogata esmeralda frente al sillón.

:::

Se sentía débil, y al comienzo pensaba que era la falta de sueño, pero en realidad, ya estaba acostumbrado a eso, luego pensó que tal vez era la falta de actividad intelectual, que el no hacer nada por tantos días lo había vuelto mas flojo. Luego se dio cuenta de que no tenía nada que ver con nada rebuscado, era simplemente sobre orgullo.

Theodore Nott, perteneciente a una prestigiosa familia, de linaje puro, magos y brujas talentosos, identificados con la casa de Slytherin por ser astutos y perseverantes, poderosos, se veía perturbado, de manera inconsciente, por el pensamiento de haberse rebajado a un nivel demasiado inferior para su apellido, y tras pensarlo largo rato, decidió que culparía a su soledad y a sus cambios hormonales de todo lo que hubiera pasado.

Había caído bajo, y no hacía falta que Draco lo mencionara con términos despectivos para darse cuenta. Le permitió penetrar las grandes murallas protegiendo sus pensamientos, tanto inconsciente como conscientemente. Se mostró aterrado, se mostró inseguro, como un niño pequeño que se a perdido.

Confió demasiado rápido, porque había sido estúpido. Tras años de soportar sin ayuda alguna problemas y pesadillas, sin querer contarlos, alguien que ya los supiera sin que tuviera que decir nada parecía demasiado bueno. Ni siquiera tenía que hablar de ello, ella simplemente sabía como actuar a su alrededor, y le mostraba la preocupación que nadie le había mostrado nunca, le demostraba, en el día a día, que podía confiar en ella, que podía contarle sobre lo que le molestaba, que podía solo conversar con ella de cosas tontas, o cosas inteligentes, o no conversar, solo sentarse juntos. Que podía librarse de la careta que mantenía siempre frente a todos.

Se relajo demasiado, la dejo ser importante.

Y todo lo que fuera importante siempre sería una debilidad, y lo sabía desde muy pequeño, porque todo lo que sientes siempre puede ser usado en tu contra.

Las demostraciones de afecto físico nunca debieron ser demostraciones, deberían haberse quedado únicamente como calentura. Porque la palabra demostración apunta claramente a que estas haciendo visible algo que no lo era.

Sentía cosas, y entre ellas, la debilidad y vergüenza eran las mas patentes, y su padre podía creer que era un cobarde, y su familia podía creerlo, y todos ellos podían irse a la mierda con sus opiniones, porque en algún momento morirían de todas formas, pero en el colegio no podía ser un cobarde. Los demás alumnos debían temerle o amarle, y la primera opción requería menos sentimentalismo y era más fácil.

Al carajo los mayores, las generaciones de alumnos que se encontraban en Hogwarts en aquel momento serían las personas con las que se encontraría a lo largo de su vida adulta, y que lo vieran como un cobarde, ser la razón de burla, no era una opción.

Insomnio [Theodore Nott fanfic]Where stories live. Discover now