Capitulo 1

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Para Katara, esto ya era demasiado. Había soportado de todo, hasta cosas que no creía que pudiera aguantar, pero esto ya era el colmo. Recordó todas y cada una de las cosas que había sacrificado y resistido tan solo por el bien de la paz y tratando de apoyar a Aang en su rol de Avatar y su expresión se volvió aun más sombría.

Al principio no le importo mucho. La ausencia de Aang no era tan notoria mientras ella ayudaba a los Maestros-Agua de la Tribu Agua del Norte a reconstruir su hogar. Las casi inexistentes ocasiones que tenia para verlo, interrumpidas por reuniones con los líderes de su tribu (su padre y otros guerreros), las constantes preocupaciones que la asaltaban sin saber si el monje se encontraba bien o no, las muchas "admiradoras" que el menor se había ganado por detener la guerra, todo eso estaba bien ella sabía que era el precio que se debía pagar para mantener la incipiente paz que su novio, al igual que todos sus amigos y familia y ella misma, habían luchado tan arduamente para establecer pero esto era la gota que derramo el vaso.

No solo no tenía tiempo para ver al que ella llamaba "novio", sino que, además de que esos escasos momentos eran acortados aun más por las constantes reuniones, no pasaba mucho tiempo antes de que Aang recibiera algún llamado del Señor del Fuego. Katara sabia de los muchos problemas internos que la Nación del Fuego tenía desde que el adolescente había tomado el mando y en un principio intento ser comprensiva y no ponerle demasiada atención. Pero luego de ver que prácticamente ya no existía nada más para Aang que el mayor, la ojiazul comenzaba a sentir algo que pensó, se había terminado en el momento en el que Zuko le había ayudado a encontrar al asesino de su madre, solo que había vuelto mucho peor de lo que había sido en el pasado.

Por meses, la Maestra-Agua había soportado en silencio la indiferencia del monje, ver como él y su queridísimo amigo Zuko cuchicheaban el uno en el oído del otro para soltar risitas discretas y luego, recobrar la compostura; las miradas cómplices de ambos cuando alguna reunión era demasiado aburrida y repetitiva y alguno de los dos mantenía distraído al otro sin que nadie más se diera cuenta, haciendo parecer que en verdad ponían atención; las noches enteras que ambos pasaban encerrados en la habitación de alguno de los dos, en las que apenas dormían un poco y, lo más irritante del asunto, las "conversaciones" (si es que a eso se le podía llamar así) que solían tener ambos, siempre igual, haciendo parecer que hablaban en clave.

Katara recordaba una ocasión tres meses atrás, mientras visitaban la Nación del Fuego y caminaban por un pasillo media hora antes de una reunión con el Reino Tierra.

FLASHBACK

Como siempre, Zuko y Aang caminaban juntos, ignorando al resto de su compañía y compartiendo esas miradas cómplices que le hacían hervir la sangre a la Maestra-Agua, cuando algo capturo la atención de Aang, haciendo que se detuviera.

-Oye- dijo, tomando las armas envainadas que descansaban sobre una fina mesa de madera oscura -estas son?

-mhm- fue la llana respuesta de Zuko –aunque no se que hacen aquí

-deberían estar en tu habitación, no?- un asentimiento de cabeza fue suficiente respuesta.

Aang saco una de las espadas dobles que todos reconocían como las que Zuko había llevado consigo, primero como el Espíritu Azul y luego como aliado en el Templo Aire del Oeste, y la observo con atención. De pronto y sorprendiendo a todos menos al Avatar, Zuko retiro la otra espada de la vaina y Aang no dudo un momento en chocar metal contra metal. Zuko le había estado enseñado como utilizarlas y, aunque aun no era un experto, aprendía muy rápido y sabía manejarlas con bastante gracia. Pero, más que un reto, parecía una danza. Dando vueltas lentamente, sin despegar los ojos el uno del otro, con las hojas rechinando al contacto de la otra, sonriendo.

Hacer  lo   que sea necesarioWhere stories live. Discover now