Capitulo 15

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Aang se quedó ahí parado, recargado sobre la puerta, viendo fijamente la figura del Señor del Fuego en la apenas iluminada habitación. A pesar de haber pasado los últimos días rogándoles a todos los espíritus en los que podía pensar una sola oportunidad de hablar con Zuko, ahora que se encontraba frente a él, no sabía que decir. Su cerebro se había quedado completamente en blanco y cualquier palabra que intentaba salir de su garganta desaparecían antes de convertirse en sonidos, haciéndolo abrir la boca para volver a cerrarla sin haber pronunciado ni una palabra.

Por donde empezar? Que se le dice a una persona a la que se ha herido tanto? Tal vez eran esos pensamientos llenos de culpa los que le impedían pensar en algo que decir, pero no podía evitarlos, mucho menos viendo los ojos dorados apagados y cansados, el semblante desanimado y el obvio desinterés del mayor en esta reunión esto estaba resultando ser mucho más complicado de lo que el monje se había esperado.

-y bien?- afortunada o desafortunadamente Zuko quito esa decisión de sus manos, hablando primero con bastante desgano –piensas quedarte ahí parado toda la noche o comenzaras a intentar convencerme que no eres un bastardo?- Aang se encogió en su lugar, más inseguro de que hacer que antes.

-lo siento- las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas, sorprendiéndose el mismo y al otro hombre. Zuko clavo la mirada en el suelo, debatiéndose con el mismo y frunciendo el ceño.

-no, digas eso- dijo apenas controlando su tono de voz –no necesito tu simpatía si planeas explicarte, será mejor que comiences rápido, se me acaba la paciencia

La mente de Aang comenzó a trabajar a marchas forzadas, intentado encontrar las palabras adecuadas, alguna manera de que lo que iba a decirle tuviera más sentido cuando lo dijera que como sonaba en su cabeza. El Maestro Fuego cruzo los brazos con impaciencia y el Avatar entro en pánico, las ideas en su mente estrellándose unas con otras formando frases ininteligibles que no le ayudaban para nada. De nuevo y viendo como el menor sudaba y temblaba con nerviosismo, el Señor del Fuego suspiro exasperado, dejando caer los brazos a sus costados y permitiendo que la pregunta que había estado molestándolo desde que se había enterado de todo se abriera paso entre sus labios con esperanzas de ser contestada.

-por qué?- por primera vez en toda la noche, los ojos de oro se cruzaron con los plateados de Aang, la pregunta se volvía más pesada con la intensidad de la mirada del mayor –porque lo hiciste? Que fue tan importante que lo antepusiste a lo que supuestamente sentías por mi? O tus "sentimientos" eran una broma que se salió de tu control?- eso comenzaba a parecer un reclamo y Zuko se dio cuenta, deteniéndose rápidamente. Se dijo que no haría eso y no lo haría. Tranquilizándose, pregunto con la voz tan calmada como pudo –que fue tan importante como para que decidieras hacer esto?

-nada- y era la verdad. Aang sabía que no había absolutamente nada que justificara haber borrado sus recuerdos sin siquiera decírselo, pero era algo que tenía que hacer y quería hacerle entender que, de haber tenido otra opción, de haber tenido otra solución, la habría tomado sin pensarlo dos veces –pero sabes que no podíamos seguir juntos

-y porque declaras eso con tanta seguridad?- gruñó el mayor, comenzando a molestarse más y más. Aang se acercó y tomo su mano entre las suyas que temblaban, Zuko se paralizo en su lugar pero no hizo nada por soltarse

-tu y yo teníamos tenemos una responsabilidad para con nuestra gente. La mía es no dejar que los Maestros Aire se extingan y sean solo un recuerdo la tuya es dejar detrás de ti un heredero responsable y capaz de seguir, no solo con tu linaje sino con todo lo que has logrado. Nos guste o no, nuestros deberes son demasiado grandes para desafiarlos y así es como tiene que ser- Zuko, que estaba cerca de la cama, se dejó caer pesadamente sobre ella y Aang se sentó con cuidado a su lado, no soltando su mano ni un momento. El Maestro Fuego aún estaba tenso, pero Aang estaba seguro que tenía su atención –ahora no busco justificarme, solo quiero que entiendas. Me darás la oportunidad de explicarte lo que paso esa noche?

Hacer  lo   que sea necesarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora