Capitulo 14

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El amplio salón del palacio ya era bello normalmente y esta noche, iluminado por numerosas lámparas hechas especialmente para la ocasión, con mesas adornadas con manteles de las telas más finas y delicados arreglos florales esparcidos por todo el lugar, se veía absolutamente exquisito. Al menos esos hubieran sido los pensamientos del viejo Maestro Fuego al verlo por primera vez, pero asuntos más preocupantes y estresantes ocupaban sus pensamientos. Iroh había estado en el palacio los últimos tres días y decir que las cosas estaban tensas y fuera de control era realmente subestimar la situación.

Una risa algo fingida llego hasta sus oídos, haciéndolo volcar toda su atención a una de las dos personas que lograban verse tan fuera de lugar en la fiesta como dos flores en medio de la nieve. El joven Avatar era el responsable de esa risa, que a oídos poco acostumbrados sonaba completamente genuina, pero para él, tenía un timbre forzado y sin energía. No era para menos, se pensó para sí mismo suspirando con tristeza. No sabía mucho de lo que estaba sucediendo, pero sabía que el pobre jovencito había estado viviendo con su bisonte en el cobertizo del animal y que esto había sido a causa de una pelea no solo con su sobrino, sino también con la señorita Katara. Iroh no solía meterse en chismes, mucho menos buscarlos, encontrando la actividad aburrida y bastante ofensiva, pero los rumores lo alcanzaron aun así. Al parecer, el día anterior a la fiesta ella se había acercado a él y nadie sabía en realidad lo que habían hablado. Todos en el palacio pensaban que había sido una reconciliación por la forma en que el la abrazaba y platicaba animadamente con amigos y conocidos, pero Iroh no fue engañado por esto, y observando como todo era fingido, forzado no se necesitaba ser un genio para saber que todo el teatro era para mantener las apariencias y hasta el momento, parecían haber engañado a todo el mundo.

Al fin, parecía que el pobre Maestro Aire no era requerido por el momento y ella le había permitido un descanso, que el joven hombre rápidamente aprovecho para alejarse de todos y beberse de un solo trago un vaso completo de algo que no era te, de eso estaba completamente seguro, dejándose caer sobre una silla en una mesa vacía como si apenas hubiera salido de una reunión política y de alguna manera, lo era.

El hombre le dio un largo sorbo a su taza de té, nada menos, sus viejos huesos no soportaban nada más fuerte que eso y siguió observando con atención al joven salvador del mundo. Luego de unos momentos, la señorita Toph se acercó a él, dándole una palmada en la espalda casi con ternura. Platicaron por unos momentos, más una discusión que nada, antes de que ella suspirara con aire de derrota para luego darle un pequeño golpe en el brazo como era su costumbre y alejarse de ahí, al menos por el momento. Luego de esa pequeña escena, Aang volvió a quedarse solo, consiguiéndose más bebida y acabándosela tan rápido como la primera, haciendo una mueca por lo fuerte del alcohol y dejando que sus ojos cayeran sobre la otra persona tan fuera de lugar como él.

Iroh dejo que su vista siguiera a la del Avatar, fijándola en su sobrino. Vio como el joven Maestro Aire dejaba salir un profundo suspiro y Iroh casi hizo lo mismo, al ver al Señor del Fuego ponerse el mismo en ridículo. Desde el primer momento en el que había entrado al salón, su sobrino había comenzado a beber, sus ojos inquietos no dejaron de observar el lugar completo, como esperando un ataque sorpresa mientras metía más y más alcohol a su sistema. El Dragón del Oeste había intentado razonar con él, pidiéndole que se tranquilizara y dejara el alcohol, pero Zuko no iba a escuchar razones y simplemente lo ignoro, consiguiendo más alcohol y bebiéndolo como si de agua se tratara.

El viejo hombre se dio cuenta de que los acompañantes de Zuko lo estaban observando e hizo un pequeño ademan, silenciosamente dándoles las gracias y al mismo tiempo, pidiéndoles que siguieran con lo que hacían. Liang y Xing le dieron una mirada, mezcla de tristeza y entendimiento y asintieron, ambos decididos a salvaguardar tanta dignidad de su gobernante como este les permitiera.

Hacer  lo   que sea necesarioWhere stories live. Discover now