Capitulo 5

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Aang despertó, sentándose en la cama y estirándose lentamente, disfrutando de la deliciosa sensación que recorría su espalda cuando sus vertebras hicieron un ligero clack, alineándose en su lugar correcto. Se levantó de la cama, viendo a través de su enorme ventanal y sonrió ampliamente ante la vista del cielo azul, notando que el sol ya estaba un poco alto en el cielo. No recordaba haber dormido hasta tan tarde en mucho tiempo, pero con todo lo que había pasado y sobre todo con ese, ahem, beso, su mente estaba clara y eso le había ayudado a tener uno de sus mejores descansos desde que Sokka y Katara lo liberaran del hielo.

No sabía cómo terminaría todo, tenía miedo de imaginarlo (últimamente su lado pesimista lo desanimaba muy seguido y comenzaba a sentir que había pasado demasiado tiempo con Sokka) pero sabía que, por muchas dudas que tuviera, en su interior estaba seguro de estar haciendo lo correcto no se arrepentía de haber hecho lo que hizo. Aun así, las posibilidades de que esto le saliera mal eran demasiadas.

De repente y como una revelación espiritual (o algo por el estilo, de ese tipo de poesía barata) las palabras de Tía Wu regresaron a su mente "no olvides confiar en tu corazón y estarás con la persona que amas" y en este momento esto era lo que su corazón le dictaba.

No había ningún otro de su mismo género que le hubiera despertado algo como lo que Zuko le incitaba. Ninguno de los monjes, ni Bumi (Aang casi rio ante la idea), ni siquiera Kuzon, su mejor amigo de hace cien años espíritus, ni siquiera a Sokka lo había observado con la misma luz que a Zuko! Y eso que el guerrero, mal parecido no era al menos eso decía Suki y el obvio interés de Toph en el (aunque pensándolo bien, Toph no contaba en eso de la apariencia), y aun así no podía pensar en ningún otro, ni con Katara había sentido tanto deseo, no solo físico (que lo estaba volviendo loco, debía reconocer). Aang deseaba todo de Zuko, sus sonrisas, sus ataques de ira, sus lágrimas, su valor, su corazón todo en él era fascinante, hipnotizante; en este punto, Zuko le parecía más que un interés, una verdadera droga.

Se alejó de la ventana y se dirigió hacia donde creía que Zuko podía estar. No le agradaba mucho la idea de verlo ahora mismo, el mismo miedo de antes ahora tenía cuernos y garras y casi se había convertido en genuino terror, pero por muy amplio que el palacio fuera y por mucho que los dos intentaran evadirse, llegaría el momento en que se encontrarían y la filosofía de Aang (no siempre, más bien de un tiempo para acá) era que, entre más rápido terminara con ello, menos sufriría (eso y que uno casi siempre se topa con la persona de la que se esconde); sus pasos se hacían cada vez más pesados, viendo cómo, inevitablemente, la puerta de la habitación del Señor de Fuego se acercaba más y más.

Se quedó parado frente a ella por lo menos diez minutos, levantando la mano decidido a tocar y bajándola enseguida, paralizándose de miedo de que el otro hubiera escuchado sus movimientos.

-Avatar Aang?- aunque la voz era dulce, sus nervios estaban casi destrozados y lo hizo saltar como si la persona le hubiera gritado a dos centímetros del oído

-L-Len!- la mujer no pudo reprimir una risita que hizo que el menor se masajeara la cabeza y se sonrojara, sonriendo ampliamente –buenos días, Len, Pasaste buena noche?

-sí, gracias, Avatar Aang usted descanso bien?- el aludido se sonrojo aún mas, la gente insistía en decirle "usted" cuando apenas iba a cumplir catorce años era muy raro

-sí, muy bien Len

-quería ver al Señor del Fuego Zuko?

-eh? ah, ehm si

-me temo que el Señor del Fuego Zuko tuvo que retirarse muy temprano por la mañana, no explico mucho, solo que había algún tipo de conflicto en alguna parte y debía irse de inmediato- Aang estuvo a punto de decir algo parecido a "y no se molestó en decirme nada?" pero ya que él había hecho lo mismo y ni siquiera se molestó en dejarle un mensaje al mayor con los guardias, se tragó sus palabras completas –pero me pidió que le dijera que no se preocupara por él y que probablemente regresaría muy tarde por la noche, que no lo esperara

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