Herida

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Sophia fue a buscarla a la mañana siguiente para bajar a desayunar. La silenciosa disculpa en sus ojos por haber sido encerrada calmó sus ánimos. Se recordó a sí misma que no era con ella con quien estaba enfadada, sino con James y le sonrió para tranquilizarla.

Cuando sintió la llave en la puerta, había deseado golpearla para gritarle tantos insultos como se le ocurriesen pero pensó que aquello era justo lo que él esperaba y se contuvo. No le daría semejante satisfacción. Y por eso se desahogó esparciendo sus ropas por toda la alcoba. Las pateó imaginando que era él y cuando su rabia se evaporó lo suficiente, lo colocó todo de nuevo en el ropero. Había sido un impulso infantil y tampoco quería que su esposo supiese de eso. No le daría ninguna ventaja sobre ella.

Después de eso, se paseó por el cuarto esperando su regreso, dispuesta a seguir entreteniéndolo para no consumar el matrimonio aquella noche. Horas más tarde, cuando el cansancio de los últimos días pudo con ella y en vista de que James no regresaría, decidió acostarse. La cama era tan cómoda que se quedó dormida al instante.

Fueron los suaves golpes en la puerta los que la despertaron. Se sentó en la cama, alerta y un poco desorientada, hasta que vio entrar a Sophia. Recordó al momento todo lo que había sucedido y se lamentó por haber sido capaz de dormir tan profundamente en su situación. Su esposo podría haber aparecido en cualquier momento y ella ni se habría enterado.

-James y Adam todavía no han vuelto - le confesó Sophia nada más abandonar su alcoba, ya vestida decentemente con ropa que ella misma le había prestado. Tenían una constitución similar, aunque Aileen poseía unos músculos más definidos que la señora del castillo.

Aileen permaneció en silencio. No había sido informada de sus planes y no tenía ni idea de que habían salido del castillo por la noche. Pero si lo habían hecho sin esperar al amanecer, debía ser algo importante. Aguardó a que Sophia continuase hablando para tratar de averiguar qué estaba ocurriendo.

-Estoy preocupada por ellos pero John dice que no debo. Que saben lo que hacen.

-Vuestro esposo conoce bien a sus hermanos - le dijo al ver que no tenía intención de contarle nada más - Si no está preocupado es porque sabe que estarán bien.

-No debieron salir por la noche - notaba genuina preocupación en su voz - Apenas hay luna. ¿Cómo podrían siquiera ver por dónde van?

Eso mismo se preguntaba ella pero recordando cómo habían llegado a Huntly a galope incluso cuando el sol se había ocultado tras ellos, podía suponer que habían aprendido a orientarse en la noche de alguna manera. Sabía que había personas que desarrollaban capacidades especiales, ella misma lo había visto en primera persona con el instinto de Rob. Había aprendido a anticipar ciertos acontecimientos y no solía fallar. En ocasiones podía ser más preciso con sus presentimientos pero, fuese como fuese, siempre acertaba. Que ella estuviese ahora en Huntly tratando de hallar el modo de escapar de un matrimonio impuesto a la fuerza, era prueba de ello.

-Estoy segura de que regresarán pronto - no sabía qué más decir o hacer para tranquilizarla. Ni siquiera entendía por qué quería hacer tal cosa. Cuanto menos tratase con ella, más fácil le resultaría engañarla para salir de allí. Porque ese seguía siendo su plan.

Al llegar al salón, Aileen comprendió que en realidad había dormido mucho más de lo que pensaba. Era más bien la hora de la comida. Había varias mesas preparadas para recibir a los comensales. Miró hacia Sophia para protestar porque la hubiesen dejado dormir tanto, aunque en realidad estaba más molesta consigo misma por no despertarse sola, pero la joven habló antes que ella impidiéndoselo.

-John está preocupado también. No quiere admitirlo delante de mí pero lo sé. Lo conozco bien. Lleva entrenando con sus hombres desde hace horas y les está exigiendo más de lo habitual. Siempre lo hace cuando algo le preocupa.

Un highlander a la altura (Viaje por las Highlands 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora