James

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-Todavía no estás bien, James - John lo reprendió en cuanto lo vio entrar en el salón.

-Estoy perfectamente - mintió - Ya era hora de salir de esa maldita cama.

-Si estás pensando en recorrer media Escocia para buscar a tu esposa, deberías descansar unos cuantos días más - le recordó.

Cuando descubrieron que Aileen se había marchado, John quiso ordenar una partida que la siguiese y la trajese de vuelta pero James se lo impidió. Era su esposa y él se encargaría de encontrarla en cuanto se recuperase de sus heridas. Por más que insistieron sus hermanos no dio su brazo a torcer. De eso hacía ya una semana.

-No voy a esperar más.

-No merece la pena que recaigas por culpa de esa mujer - gruñó Adam.

Se había tomado la huida de Aileen como la mayor de las ofensas. Había entrado en cólera y desoyendo la petición de James, había salido en su busca igualmente. Ni descubrir que Archibald, el hermano de Mary, había intentado matarla apaciguó su ira. James temía que hiciese algo de lo que luego se arrepintiese si la encontraba así que le pidió a John que le ordenase regresar. A él no lo desobedecería. 

Había encontrado varias pistas que le indicaban que Aileen se había reunido con un grupo más grande. Los mercenarios con los que trabajaba, supuso James, y supo entonces que si los encontraba a ellos, podría recuperar a su esposa. Solo debía seguir su pista hasta el lugar donde estuviesen trabajando ahora. No sería difícil averiguarlo, tratándose de soldados a sueldo, sobre todo llevando a una mujer con ellos. No pasarían desapercibidos y contaba con eso para encontrarlos.

Habría esperado unos cuantos días más hasta reponer todas sus fuerzas pero la carta que recibió el día anterior le obligó a cambiar de planes. Una carta de Aileen enviada desde Huntly, donde trataba de disuadirlo de buscarla e intentaba convencerlo de que lo mejor era anular su matrimonio. Por supuesto que no tenía intención de hacer tal cosa. Cuanto más se empeñase ella en romperlo, más lucharía él por conservarla a su lado. Ahora que había encontrado a la mujer que hacía su mundo menos aburrido, no tenía intención alguna de renunciar a ella. 

-Esa mujer, como la llamas, es mi esposa, Adam - la defendió - Y se fue porque cree que es lo mejor para mí.

-Lo mejor para ella, dirás. Es una Gordon, James, su lugar está aquí. Se ha reído de nosotros.

-¿Cuándo? ¿Cada vez que se defendía de tus continuas acusaciones? No creas que por estar postrado en la cama no me entero de las cosas. Tal vez se rió de nosotros cuando cuidó de mí hasta que me recuperé. O cuando evitó que Mary acabase con mi vida en dos ocasiones. ¿O lo hizo cuándo Archie quiso matarla? Sí, probablemente fue en ese momento porque después huyó. Habida cuenta de las circunstancias - continuó sin permitir a nadie que lo interrumpiese - yo también habría querido irme. Dices que es una Gordon pero jamás la hicisteis sentir como tal. Tú en especial te dedicaste a dejarle en claro que no era bienvenida aquí. ¿Esperabas otra cosa de ella? Yo no, desde luego. 

-Al final tenía razón - se defendió - Ella se fue.

-Con tu actitud hacia ella, no me extraña. Estaría deseando perderte de vista.

-Ya basta - los detuvo John - Adam, deja que James lidie con su esposa a su manera y para cuando regresen te abstendrás de hacer comentarios sobre su huida. La aceptarás como a una hermana. Sin condiciones, de buena fe. Y tú James, dale la nulidad si después de hablar con ella la sigue queriendo. Puede que me interese una alianza con los MacCleod pero he llegado a apreciar a la muchacha y no voy a obligarla a hacer algo que no quiere. 

-No voy a renunciar a ella, John - no necesitó decir más para que su hermano lo comprendiese.

-Pues tráela de regreso, James - asintió - Llévate tantos hombres como necesites.

Un highlander a la altura (Viaje por las Highlands 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora