La trampa

7.8K 1.6K 301
                                    

Nada más amanecer y después de comprobar que James había logrado pasar lo peor de los efectos del veneno y que ahora descansaba plácidamente, Aileen salió de la alcoba en busca de la mujer que casi había logrado matar a su esposo. Le arrancaría la verdad a golpes si era necesario. Y para ello, debía hacerlo antes de que comenzase la actividad en el castillo.

Había logrado sonsacarle sutilmente a las mujeres que la ayudaron a limpiar el día anterior dónde vivía y sabía que para llegar hasta allí debía salir del recinto amurallado. Tenía intención de escabullirse hasta allí y llevarla a rastras, si se negaba a colaborar, de regreso al castillo antes de que nadie notase su ausencia. La haría confesar delante del laird y de todo el clan. Y después podría empezar a planear su huida, pues aquella misma noche tenía intención de marcharse de Huntly para siempre.

-¿Vas a alguna parte, Mac? - la voz de John tras ella en las escaleras la sobresaltó. No creyó que estuviese despierto tan temprano y mucho menos que se fuese a encontrar con él.

-A buscar a Mary - lo enfrentó esperando que tratase de impedírselo.

-No será necesario - le dijo él - Yo mismo enviaré a alguien a buscarla en cuanto hayamos desayunado. ¿Me acompañarías? Llevas una semana aquí y todavía no he tenido el gusto de compartir la mesa contigo.

-Preferiría ir a buscar a Mary.

-Mary no se irá a ninguna parte - la tomó del brazo y continuó bajando las escaleras llevándola con él - Podremos alimentarnos primero. Se piensa mejor con el estómago lleno.

-¿Vuestra esposa? 

-En la cama todavía - sonrió - Esta noche ha dormido poco.

-Espero que Henrietta se encuentre bien - se preocupó por la niña.

-Henrietta está perfectamente - su sonrisa se amplió al notar el rubor que cubrió el rostro de Aileen cuando comprendió el verdadero motivo de que permaneciese en vela.

-Me alegra saberlo - susurró, evitando su mirada.

El salón comenzó a llenarse de gente al poco tiempo. Al parecer en Huntly todos eran muy madrugadores y Aileen tomó nota mental de ello. Suponía menos tiempo para ella para alejarse de Huntly antes de que notasen que no estaba donde debía. Contaba con la ventaja de que nadie iría a despertarlos tan temprano pero James seguía siendo un inconveniente para ella si se despertaba antes de que lograse salir del castillo. Con un poco de suerte, algo que parecía escasearle últimamente, dormiría toda la noche. Aquella semana le había exigido demasiado a su cuerpo. 

Admiraba la fuerza que poseía su esposo. Cualquier otro habría sucumbido ya, pero él seguía luchando. Contra la fiebre primero, contra el veneno después. Y a pesar de lo débil que se había sentido, en cada ocasión en que había estado despierto, la había obsequiado con un carácter afable y divertido. Había bromeado con ella, le había hablado de sí mismo y se había interesado por su pasado. Había tratado siempre de obtener más de ella sin que resultase opresivo y en ocasiones lo había logrado. Había sabido bajar sus defensas y aunque Aileen se había mantenido firme en cuanto a ciertos temas, le había contado más de su vida que a cualquiera desde que se había escapado de su hogar. Que no la censurase en ningún momento cuando le relataba sus aventuras de los últimos tres años había supuesto para ella toda una revelación. Y una continua lucha mental entre lo que debía hacer y lo que le hubiese gustado si las circunstancias fuesen otras.

Pero ya no había vuelta atrás. En cuanto desenmascarase a Mary podría irse y olvidar al fin a James y sus sonrisas. Sus pullas y provocaciones. Sus besos robados. Sus caricias. En cuanto regresase a su hogar, todo lo que había sucedido aquella última semana sería solo una anécdota más. Una que se guardaría para sí misma.

Un highlander a la altura (Viaje por las Highlands 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora