Regreso al hogar

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A pesar de que Boyd le había dado el mensaje de Jean, Aileen decidió que no podía ir a verla. Era demasiado arriesgado y perdería un tiempo del que no disponía. Así que, justo antes de tomar el barco que la llevaría a Skye, le entregó dos cartas al joven con el que había hablado aquella misma mañana. Una para Jean y otra para James, pero para no correr riesgos, le había hecho creer que eran ambas para la joven esposa del laird de los Forbes. A ella le había dado indicaciones de que se la hiciese llegar a su esposo. Era más seguro pues no podía permitir que James supiese que estaba regresando a su hogar.

Le había costado encontrar un barco dispuesto a llevar a su caballo a bordo. La mayoría eran embarcaciones pequeñas que no tenían espacio suficiente. Dos días había tenido que permanecer en Mallaig lamentando el retraso pero negándose a abandonar a Dubh. No estaba dispuesta a buscar un nuevo caballo ahora que había vuelto a encariñarse con un animal. No había querido hacerlo desde la muerte de su yegua pero Dubh había sabido hacerse un hueco en su corazón casi sin proponérselo.

Como James, pensó disgustada porque se colase en su mente a cada rato. No importaba lo que hiciese o cuánto se alejase de él, James seguía muy presente en sus pensamientos. Había tratado de justificarlo con el temor a que la siguiese a Skye para impedir que anulase el matrimonio pero sabía que no tenía nada que ver con eso. Que la realidad era muy diferente. Que por más que se engañase a sí misma, James ya formaría parte de sí misma para siempre. Aunque nunca más volviesen a verse. Aunque lograse romper su matrimonio y nada los uniese.

Embarcó a primera hora de la tarde del tercer día, consciente de que casi había transcurrido una semana desde que había escapado de Huntly. El tiempo seguía corriendo en su contra inexorable. Su mal humor aumentaba en igual medida que disminuían las posibilidades de la nulidad. Ya se había enfrentado al capitán del barco en un par de ocasiones, la última esa misma madrugada, y temiendo que la lanzase por la borda, optó por mantenerse en silencio durante toda la travesía.

Permaneció junto a Dubh en la bodega, no solo para tranquilizarlo, sino porque era la única forma que tenía de no encontrarse con nadie hasta llegar a Skye. Le constaba que a ninguno de los marineros les gustaba su presencia en el barco. Menos todavía después del encontronazo que había tenido con su capitán horas antes de zarpar. Había sido la exorbitante cantidad de dinero que les había pagado lo que finalmente le consiguió el pasaje. Gran parte de lo que llevaba encima terminó en manos de aquellos hombres, pero no le importó porque una vez en la isla no necesitaría dinero para llegar a su hogar. Conocía bien aquellas tierras y podría obtener todo lo que necesitaba recurriendo a las buenas gentes del lugar. Así había sido tres años atrás y estaba segura de que nada había cambiado en ese tiempo.

Los llamaban bárbaros solo porque no querían abandonar su isla y la defendían con fiereza de cualquiera que llegase a ella con malas intenciones. Los continuos enfrentamientos con el rey les habían granjeado poderosas enemistades y muy poca simpatía. Pero lo que la gente no sabía era que eran hospitalarios como pocos, leales hasta la muerte y orgullosos de sus raíces. Y sí, descendían de bárbaros. Pero no cualquiera sino los más bravos marineros, los mejores guerreros, los más hábiles comerciantes. Los habían llamado salvajes pero no lo eran. Los hombres del norte habían demostrado ser más civilizados que muchos de los habitantes de la isla a su llegada.

-Hemos llegado - le informó el capitán de mala manera horas después - Salid ahora de mi barco y no contéis con volver a subir en él.

-Ni querría - le dijo tirando de las riendas de Dubh - Aunque deberíais ser un hombre más agradecido. Con lo que os he pagado podríais compraros un barco nuevo.

-Haberos buscado uno más barato.

-Debería haberme comprado mi propio barco - le replicó - Mi dinero habría estado mejor empleado que en un borracho como vos.

Un highlander a la altura (Viaje por las Highlands 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora