Capitulo 41

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Camine hacia el hotel otra vez y fui a buscarla en la habitación de Sean.

Cuando estuve ahí, respire hondo por si acaso esto se descontrolaba.

Abrí la puerta con cuidado y lentamente.

Me fije por el pequeño espacio que se alcanzaba a ver y no pude distinguir nada, todo estaba muy oscuro.

Entre y prendí la luz.

Ahora sí que me arrepiento de haber entrado.

Había uno, dos, tres, cuatro, cinco, hombres en toda la habitación.

Y entre ellos, estaba Cindy, desnuda como todos ellos.

Necesitare lavarme los ojos con cloro después de esto.

Es más, me los voy a arrancar.

Seguí caminando entre los tres cuerpos que se encontraban tirados en el suelo, pues Cindy estaba sobre la cama con los otros dos tipos.

Cuando al fin estaba cerca de la cama que se encontraba del otro lado de la habitación, alguien me agarro el tobillo.

Quise gritar de terror al pensar que un cadáver lo había hecho pero me acorde que eran solo chicos.

Unos se veían muy jóvenes y otros de la misma edad de Sean.

Incluso había uno de catorce años.

No quiero saber cómo es que hay tantos hombres aquí.

Voltee a ver quién de los chicos me había agarrado el pie, y por suerte no es nadie que yo conozca.

Pero, demonios, está bien sabroso este hombre.

Pero no como Sean y Diego, no, esos nadie los iguala.

Sus musculosos brazos eran enormes, su cabello color oscuro desordenado lo hacía ver rebelde, su piel blanca era impresionante ya que estamos en una playa, por lo menos debería de haberse bronceado un poco, sus ojos color grises que me miraban intensa y fijamente eran...

¡Alto!

¡¡Me está viendo!!

¿Qué se supone que debo de hacer ahora?

Ya sé, lo más básico.

-Suéltame- susurre moviendo mi tobillo para que lo dejara.

Dios, siento que se me va a salir el corazón.

-Hijo de...suéltame, estúpido-él no se movió.

Oh por favor, se supone que soy una mujer loba, ¿dónde está mi súper fuerza y todas esas madres?

Su mirada me pone incomoda.

Me agache e intente quitar su mano que aplicaba fuerza a mi tobillo, dios, voy a morir aquí de un ataque de pánico.

La habitación es pequeña, por eso todos estaban amontonados.

Y para mi mala suerte, soy claustrofóbica.

-Por favor, suéltame.

Él se levantó y como estaba desnudo cerré mis ojos.

No quería ver a un hombre desnudo aun.

Primero es Diego y luego Sean. Y ya, punto final.

-Ven conmigo-susurro el chico.

-Oye, soy fea pero no estúpida, así que ni creas que te voy a seguir, a lo mejor me secuestras.

El blanqueo los ojos.

-No eres fea, eres hermosa. Ahora, no te voy a hacer nada.-Dijo estirando su mano hacia mí.

-Nel perro, aquí me quedo. Necesito arreglar unos asuntos.

-Como quieras, te iba a dar el mejor sexo que hayas tenido en tu vida pero bueno.

-Ñeh, no me interesa.

-Oh vamos, tienes un buen cuerpo, necesito probarte.

-En primer lugar, apenas acaba de amanecer y ya estás pensando en eso, segundo, ¿crees que esto es un buen cuerpo? Pues estas ciego porque me la paso comiendo todo el tiempo dudo que sea así, tercero, ya te dije que estoy ocupada, cuarto, tengo novio, dos, para ser exacta y quinto, prefiero perder mi virginidad con alguien que valga la pena.

-Woah, eso dolió.

-Perdón, estas bien bueno, pero tú no eres el indicado, lo siento.

-¿Crees que eso impedirá que mis ganas de estar en ti, se irán? Pues no, así que mejor cuídate por delante y por detrás porque no creo que quieras amanecer como ella. -dijo y apunto a Cindy.

¿Qué lespasa a todos los hombres aquí?    




Mi pequeña mateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora