44

9K 556 57
                                    


-¿O sea que esto es lo que haremos?- pregunte viendo como Sean y Diego arreglaban nuestra pequeña choza en la sombra de una palmera.

Yo los miraba desde el agua, pues estaba jugando como toda una niña dando brinquitos con cada ola que venía.

Habíamos llamado a papa que pasaríamos todo este día y tal vez el siguiente juntos, solo Sean, Diego y yo. Mi papa se alegró de pasar un día con ellos dos, porque según él, necesito más amor en mi vida. Como si yo fuera todo un algodón de azúcar color rosa.

Pero estar con Sean y Diego resultaba divertido porque aunque fueran pervertidos, su locura entre los dos era como si fueran un par de niños de doce años.

-Muy bien, terminamos. -Escuche que dijo Sean

Seguí chapoteando en el agua hasta me dio frió.

Me había dejado mi pijama pues ya sabía que veníamos a estar aquí, así que no me importo estar así. Traje un cambio por si acaso y la mantita que había traído de mi casa.

Fui con los chicos y cuando llegue con ellos, Sean me tenía preparada una toalla enorme.

Me arropo con ella y me senté entre medio de los dos.

Ya era tarde, habíamos tardado mucho en regresar a la habitación y agarrar ropa junto a unas cuantas canastas con comida. Era como un picnic en la playa.

El atardecer era hermoso.

No me había dado cuenta de la cercanía que tenía con Sean hasta que voltee a verlo y su aliento chocaba con mi cara.

Me tomo de la nuca y me acerco más a él y comenzó a besarme. Pero antes de eso le dio una mirada a Diego que no entendí así que me deje llevar por el beso que era desesperado por parte de Sean.

Justo cuando pase mis brazos alrededor del cuello de Sean, sentí unos labios en mi cuello y unas enormes manos en mi cintura que daban movimientos lentos.

-Diego...- gemí para que me respondiera. A lo mejor era el idiota que quiso sobrepasarse conmigo en la habitación donde estaba Cindy.

-Erika...-susurro en mi oído su voz que sonaba ronca.

Dios, la idea de que dos hombres me besaran al mismo tiempo me resultaba asqueroso pero ahora veo que es extrañamente placentero.

Los labios de Diego fueron remplazados por su lengua que recorría todo el sendero de mi cuello hasta mis pómulos.

Gemí. Perfecto, lo que me faltaba.

Sean quito sus manos de mi nuca y las bajo hasta llegar a mis piernas donde las acariciaba rápidamente. De pronto, me empujó hacia Diego lentamente hasta que mi cabeza quedo recostada en su hombro izquierdo. Diego, beso mi boca ansioso y sus manos sujetaron las mías dándoles un ligero apretón. Sentí otras manos posarse en el borde de mi short, bajándolo lentamente.

Entonces reaccione.

Estamos en un lugar público, y a pesar de que casi nadie está a esta hora aquí, un guardia puede venir y encontrarnos en una posición no muy comprometedora.

-Sean...Diego....no podemos -hable con dificultad.

-Shh- me interrumpió Diego- Si podemos y si queremos... ¿verdad?

¿Acaso quería yo, que esto pasara? Creo que sí. Amaba mucho a Diego y a Sean, y ellos también me amaban a mí.

Pero, este no es el lugar adecuado, es hermoso pero preferiría hacerlo en la habitación así nadie nos vería ni nos molestaría.

-No -murmure- Aquí no...

-Eres muy traviesa -dijo Sean.

Luego, ya no sentía ni la blusa y tampoco el short.

¿Cuándo me quitaron mis prendas?

Sean tomo mis bragas y cuando las empezó a bajar, me separe rápidamente de ellos.

Los tres respirábamos dificultosamente.

Me miraron confundidos.

-¿Qué sucede?- pregunto Diego que miro a Sean un momento.-¿No te gusto lo que te estábamos haciendo?

-¿Qué? Claro que sí, pero, mi dignidad está en juego. Casi me desnudan aquí afuera. -Dije de pronto sintiéndome mal por ellos.

Demonios, soy yo la que siempre acaba las cosas. Ahora ya veo que ellos no tardarían en encontrase alguien mejor que yo.

-Solo nos dejamos llevar un poco-Dijo Sean rascándose la nuca.-Esto no estaba planeado.

-Espera ¿Qué? ¿Planeado? ¿Qué significa esto?- pregunte casi sin respirar.

Los dos se miraron nerviosos.

-¿Son bisexuales?- murmure asombrada.

-¿Qué? ¡no!-exclamo Sean- Es solo que, Diego y yo nos hemos estado coordinando para atraerte aún más.

-¿Qué?

-Es decir, con una mirada que nos damos, cada uno sabe lo que tenemos que hacerte. Por ejemplo, si él te besa y me mira, yo tengo que hacerte algo que te excite.

-Yo no estaba excitada.

-Por supuesto que sí, tu olor es embriagador, incluso atraería a cualquier vampiro, hombre lobo o demonio.

Asentí no muy convencida de lo que me estaban diciendo y busque mi ropa mojada para ponérmela y bañarme en la habitación del hotel pero no la encontré.

-¿Y mi ropa?

-Oh vaya, crei que ya no la ocuparías así que la arroje a algún lado de la playa.

-¿Es en serio?

-Sí, lo lamento.

-Mejor ponte la ropa seca, te dará un resfriado-dijo Diego.

-De acuerdo, ¿pero en dónde?    

Mi pequeña mateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora