Capitulo 59

8K 639 143
                                    

El se tenso, su respiración se volvió agitada y podía jurar que estaba sudando de los nervios.

-¿Sean?... -murmure tocando su antebrazo delicadamente.

Los minutos transcurrieron lentamente haciéndose eternos.

(...)

-Si... -dijo firme - Se donde vive -dijo arrastrando las palabras.

Una chispa de esperanza se encendió dentro de mi.

-¿Podemos ir? -suplique.

-Mm, no lo se, es muy arriesgado. Diego no esta en condiciones de... verte -dijo mirándome preocupado.

-¿Que? ¿Por que? ¡un momento! ¿Que traen ustedes dos? ¿Por que se comportan así? -exclame sintiéndome sofocada de repente.

-Erika, ¿estas bien? -murmuro acercando su cuerpo al mio. Lo detuve con la palma de mi mano deteniéndola en su fuerte pecho.

Abrí la puerta desesperadamente para que me diera el aire fresco del día.

Respire profundamente tranquilizándome poco a poco.

¿Por que me había ocurrido esto?

Ni siquiera soy asmática.

-Erika... -susurro Sean angustiado.

-E-estoy bien... -balbucee.

-Pequeña... ¿que te ocurrió? -suplico tocándome el hombro casi llorando.

-Llévame con Diego... por favor. -mi cuerpo temblaba.

¿Acaso estoy embarazada?

...

Nah.

Ni siquiera he estado desnuda con Diego y sean.

A lo mejor el clima me enferma.

Si ha de ser eso.

Cerre la puerta del carro y recosté mi cabeza sobre el respaldo suspirando al mismo tiempo en el que cerraba los ojos.

Tras unos segundos, sentí la mano de Sean en mi muslo, sobandome lentamente.

-Si tienes alguna enfermedad, puedes decirme ¿si? confía en mi. -murmuro Sean más calmado que hace unos segundos.

-No estoy enferma, estoy segura de que estoy sana y claro que confío en ti, eres mi pareja ¿cierto? -reí sin ninguna pizca de gracia en mi voz.

Solo quería arreglar las cosas con Diego.

-Entonces, vamonos -resoplo Sean encendiendo el carro.

***

-Aquí es -suspiro Sean bajándose del carro.

Lo imite y pronto comencé a estirarme como un gato, lo cual es irónico por que soy básicamente como un perro.

-Woah, es enorme -suspire viendo la gran mansión de Diego. ¿Acaso es un Narco o que? -Ha de trabajar duro, este chico cada vez me sorprende -murmure para mi misma.

Caminamos hacia la entrada de su mansión gigante y tocamos el timbre.

Después de un par de minutos la puerta se abrió dejando ver a Diego sin camiseta.

Su musculoso abdomen tenia cortes con sangre seca y otros mas recientes.

-¿Que te paso? -le pregunte acercando mi mano para acariciarle pero el se aparto.

-Si vas a entrar, hazlo de una vez -hablo indiferente Diego. Me estremecí ante sus palabras y baje mi cabeza un poco escondiendo la mueca de dolor que hice mientras pasaba por la puerta con Sean siguiendo detrás de mi. Una vez dentro, pude admirar todo con gran detalle pero solo fue por unos minutos por que Diego hablo -¿Que quieres? -murmuro en su mismo tono de voz de cuando entre.

-Yo solo quiero... hablar... -suspire mirándolo a los ojos. Luego mire a Sean. -... En privado -murmure.

-Oh claro, yo... um... estaré en el carro. -hablo Sean rascándose la nuca nervioso.

-No importa, lo hablaremos en mi habitacion -dijo Diego mirándome descaradamente.

Asentí y seguí a Diego que camino primero que yo. Subimos las escaleras y el abrió una puerta color blanco adentrándose en la habitacion, mientras yo le seguía.

Después, el cerro la puerta con pestillo y mirándome de pies a cabeza, ladeo su cabeza mirándome con curiosidad.

-¡Habla de una vez o vete de aquí! -exclamo enojado.

No podía decir que sentía las lagrimas bajar por mis mejillas porque yo soy una persona que no llora tanto, de alguna manera mi dolor no se iba con solo llorar como una desquiciada.

-Y-yo... -claro que siempre tartamudeaba cuando me sentía muy muy nerviosa- Solo quiero saber el por que de tu comportamiento grosero hacia mi. Yo no he hecho algo malo, no que yo lo recuerde... -dije un poco segura de mis palabras.

El soltó una risa amarga mientras se cruzaba de brazos haciendo resaltar sus musculosos brazos. -No me hagas reír Erika... -dijo sin una pizca de humor. - No seas idiota, tu misma sabes lo que hiciste no intentes hacerte la inocente por que ese papel no te queda. -dijo con total desprecio.

Esta bien, esta bien, ¿recuerdan que les dije que yo no lloraba?

Bueno, pues a la mierda eso.

Pequeñas gotas cristalinas salían de mis ojos sin ningún consentimiento mio, así que baje la cabeza para que no viera que era débil ante el.

Después de unos seis minutos de sollozar en silencio me dije a mi misma que no valía la pena llorar. O que si merecía la pena pero, cuando estuviera en mi propia habitacion.

Levante la cabeza y note que el me miraba con una pizca de culpabilidad y arrepentimiento.

-Gracias por decirme lo que piensas de mi. -argumente todavía dolida.- Ahora me toca a mi. -hice una pequeña pausa- Tu eres un completo imbécil por ignorarme igual que un niño y por no decirme lo que te dijo sobre mi Verónica, simplemente me hubieras rechazado y fingir que nada paso para poder sentirte libre y sin ataduras a mi. - Y con toda la dignidad que me quedaba abrí la puerta y salí de ahi.

Baje las escaleras con mucha rapidez para mi gusto y luego fui a la puerta de entrada mientras salia. Sean llego a mi lado en segundos acompañándome en total silencio

El viento golpeo mi rostro agresivamente, pues estábamos en época de invierno, camine hacia el coche y espere a Sean que le quitara el seguro a la puerta para irnos. El llego a mi lado pocos segundos después y encendió el carro para luego meterse el tambien y abrir la puerta del copiloto desde adentro. 

Una vez dentro, Sean arranco rapidamente y nos fuimos a nuestro hogar cuando ya había oscurecido.

Mi pequeña mateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora