Capitulo 8

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Calles de Miami...

Lauren escuchaba medio ausente la música de su reproductor, mientras hacía varios estiramientos en la entrada del parque; desde que había coincidido con Camila aquella primera vez en el parque, no había vuelto a usarlo, pero dado que hacía varios días que la castaña no aparecía para su sesión de footing matutina, había vuelto a llevarlos. Camila le había dicho que seguía sin encontrarse con fuerzas para salir a correr temprano, Lauren se preguntaba si sería cierto o una mera excusa; en la facultad todo parecía ir normal entre ellas.

—Normal —gruñó torciendo el gesto.

La verdad era que esa normalidad se debía a que Camila actuaba como si nada hubiese pasado entre ellas aquel domingo que estuvo en su casa, como si nunca se hubiesen dado aquel beso. Lauren había temido que las cosas estuviesen torpes y tensas entre ellas el día siguiente, pero no fue así ni ese día ni los que siguieron; la castaña la trataba como siempre y Lauren no tenía claro si eso la irritaba, la frustraba o simplemente le gustaba que al menos las cosas no hubieran cambiado a peor, que Camila hubiese decidido alejarse de ella o darle de lado. Aunque, ciertamente, no habían vuelto a quedar a solas desde entonces.

Suspiró y echó a andar de vuelta a su casa para prepararse para el día; lo peor de todo era que por mucho que Camila actuase como si nada hubiese pasado, ella no podía hacerlo. Cada vez que la castaña estaba cerca de ella, su mente parecía hacer cortocircuito y dejar de pensar con claridad, queriendo únicamente acercarse más a ella, hasta que sus cuerpos se tocaran, sentir esa calidez que irradiaba y que tanto había disfrutado mientras veían aquella película, cuyo argumento vagamente recordaba. Le gustaba todo de Camila su forma de ser, su voz suave, aquel pelo largo y castaño, sus expresivos ojos, la calma que siempre parecía envolverla, su risa, la forma en que inconscientemente flirteaba con ella. Había sido así casi desde el primer momento en que la vio, con aquel aire de estudiante pérdida pidiendo ayuda, entonces le había parecido una joven guapa y simpática y había querido conocerla mejor; con el paso de los días, su atracción había ido en aumento, era como si Camila ejerciera sobre ella un extraño magnetismo que no pudiera resistir. Después del desastre en que había resultado su última y efímera relación, se había prometido darse tiempo y espacio a sí misma, pero la aparición de la castaña en su vida había mandado al traste toda aquella determinación.

—Tampoco es que importe mucho ahora… —suspiró de nuevo.

Había llegado a su casa, tras saludar a sus padres, que estaban desayunando en la cocina para irse a trabajar, había subido a su cuarto a darse una ducha rápida y ahora se estaba secando el largo cabello con una toalla.

A lo mejor había juzgado mal a Camila pensó volviendo a lo único que parecía ocupar su mente aquellos días, quizás a ella no le gustaban las chicas. Pero, entonces, ¿por qué le mandaba aquellas señales tan claras a veces? ¿Por qué el flirteo? Además, no es que el beso la hubiera desagrado o espantado, parecía más bien otra cosa, más como si se estuviese conteniendo ella misma de seguir adelante. Lauren no supo descifrar la mirada de Camila cuando le pidió que se fuera, era una mirada neutra, pero que parecía esconder algo más.

—¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? —gruñó mientras terminaba de vestirse y bajaba a tomar su desayuno.

—¿Va todo bien, cariño? —le preguntó su madre cuando entró en la cocina; todavía seguían allí, tomándose la última taza de café antes de irse.

—Sí ¿por qué? —Lauren se sirvió su propia taza y se sentó frente a ellos en la mesa, echando mano a las tostadas.

Guardaespaldas (CAMREN)Where stories live. Discover now