Capítulo 14

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Al despertar, Lauren se encontró desorientada en un dormitorio que no era el suyo todavía envuelto en sombras, una mirada a su alredor tras incorporarse y el regreso de las memorias de lo ocurrido el día y la noche anterior, le recordaron que estaba en un apartamento que parecía pertenecer a Camila. Echando un vistazo a la mesilla que tenía a su izquierda, donde reposaba un reloj digital, le sorprendió ver que eran ya las diez de la mañana, al parecer, tras pasarse hasta bien entrada la madrugada llorando, maldiciendo y dando vueltas, el agotamiento había tomado su precio en ella y había caído en un sueño profundo. En la otra mesilla ya no había rastro de la bandeja con los sándwiches, Camila debía haber entrado en el cuarto para llevársela.

Se levantó estirando su cuerpo entumecido y se acercó a las cristaleras, el paisaje tras ellas era apenas una sombra difusa, alguna clase de mecanismo o tecnología hacía que los cristales estuvieran oscurecidos para evitar el paso de demasiada luz al interior de la habitación. Unos débiles ruidos llamaron su atención, fue a la puerta cerrada y la entreabrió ligeramente; sonaba como si alguien estuviese trasteando en la cocina y si le cabía alguna duda, el olor a comida le dijo que sus sospechas eran ciertas. Vaciló tras la puerta, no podría tratarse más que de Camila; ¿estaba preparada para enfrentarse a la castaña ya? Lo dudaba mucho. En aquel momento no era más que una desconocida que la retenía contra su voluntad y lo que más deseaba hacer era llamar a su padre o a la policía para que la sacasen de allí y para ello necesitaba un teléfono; no tenía ni idea de qué habría sido de su móvil, probablemente Camila se habría desecho de él ya, pero en aquel lugar tendría que haber un fijo o debería ser capaz de hacerse con el de la castaña... Tenía que intentarlo al menos.

Estirándose la camisa y los vaqueros que todavía llevaba desde el día anterior, terminó de abrir la puerta y salió al pasillo que comunicaba con el resto de la casa, avanzando tratando de hacer el menor ruido posible, dejó dos puertas a su izquierda, una justo frente al dormitorio, y otra a su derecha un poco más adelante frente a la otra. Se detuvo justo donde el pasillo alcanzaba el salón, frente a ella tenía la cocina, donde pudo ver a Camila, vestida con una camiseta de tirantes blanca y un pantalón corto negro, de espaldas a ella preparando algo en el fuego, en apariencia ajena a su presencia. Echó un rápido vistazo al salón asomándose a la esquina, ningún teléfono a la vista, pero su corazón dio un pequeño brinco al ver una pistola sobre la mesa baja que había entre el televisor ultraplano, el sofá y dos sillones; el arma descansaba allí fuera de su cartuchera, con dos cargadores a su lado. Camila se pasó la lengua por los labios, miró por el rabillo del ojo hacia Camila, que seguía a lo suyo, y tomó aire, preparándose...

-Olvídalo -dijo de repente la castaña sobresaltándola- No te daría tiempo -Lauren se volvió a mirarla, Camila seguía de espaldas a ella-. Además, -finalmente se giró, sartén en una mano, espátula en la otra-, no está cargada.

Lauren no sabía qué decir, de repente se sentía más estúpida que frustrada, estúpida por haber creído que tendría alguna posibilidad contra aquella chica que el día anterior las había sacado a ambas indemnes de la playa, mientras un francotirador les disparaba, la misma chica que había robado una moto a punta de pistola y que más tarde le había mentido y drogado sin ni siquiera pestañear. Observó a Lauren servir el contenido de la sartén en dos platos sobre la barra americana, como si aquella fuera la situación más normal del mundo. No pudo contener la risa histérica que escapó de sus labios.

-¿Qué es tan divertido? -inquirió Camila mirándola entre extrañada y preocupada.

-¿Qué...? ¿En serio...? -Logró articular la pelinegra entre carcajadas-. Esto... Esto es... tan surrealista -hizo un gesto que abarcaba el salón y a ellas mismas.

Guardaespaldas (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora