[CAPÍTULO 9 - AMARILLO]

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Leo resultó ser un niño bastante tranquilo cuando no estaba entre los brazos de su madre. Lo único que parecía necesitar era un pañal limpio, un enorme biberón y un cómodo lugar para dormir.

—Todo está bien, Dinah —Aseguraba Camila mientras la chica alta, por tercera vez en una hora, preguntaba tras el teléfono por el estado de su pequeño—... Estaba dormido cuando me llamaste y seguirá dormido cuando me llames la próxima vez, así que céntrate en tu cita y sé feliz.

Pero la joven madre era sinónimo de terquedad.

—¡Por supuesto que está respirando, Dinah!

Lauren, quien escuchaba atentamente la conversación mientras examinaba el pequeño departamento de Madame H, colocó una mano sobre el estómago del bebé para asegurarse.

Mr. Sad sabía que con la vida siendo una total traidora, y también con Camila estando sumergida en una estúpida burbuja de felicidad, nunca podía estar lo suficientemente segura de algo.

—Está bien. Lo sé. Lo prometo... ¡Suerte en tu cita!

Y la llamada finalizó. Camila dejó escapar un suspiro de alivio y una risita. Aquella joven madre sí que se preocupaba por su pequeño.

—Aun no entiendo por qué decidiste cuidar al hijo de esa irresponsable, Camila.

—Porque es adorable, Lauren, y porque ya hablamos de esto. No puedes juzgar a alguien solo por las cosas que crees conocer.

De nuevo, gruñó Lauren al frustrarse, la loca feliz tenía razón.

—¿Quieres ver una película? —Propuso la chica feliz con cierta timidez. No sabía lo que estaba sucediendo consigo misma, pero los leves temblores en sus manos al estar sola –o casi sola- con esa chica de ojos tristes la hacían preguntarse de qué se trataba todo aquello— No creo que despertemos a Leo. Es una piedra cuando duerme.

—Mi perro también lo es —Informó con un suspiro. Parecía extrañarlo, cosa que era extraña para Camila. Solo habían estado separados unas horas.

—Esperemos que Dinah no escuche eso. Se enojará si sabe que comparas a su hijo con un perro.

Pero lo que a Camila le hacía gracia, a Lauren la ofendía.

—¿Algún problema con eso? —Preguntó enfadada— Mi perro es mi bebé.

Camila sólo rodó los ojos, tomó su muñeca y la guio hacía el sofá. Ese día no quería hacerla enojar.

Decidieron ver Titanic. Lauren se dedicó a llorar de principio a fin mientras Camila, burlándose de aquel drama ocasionado por una simple tabla, prefirió abrazarla para consolarla. Y tenerla cerca se sentía tan bien que lo habría hecho toda la vida.

—La película ha terminado, Camila. Ya no tienes que abrazarme.

Pero Madame H no alejó sus brazos ante las palabras de Mr. Sad.

—¿Por qué lloraste al ver la película, Lauren?

—¿Por qué tú no?

Las preguntas entre ellas solían ser armas de doble filo.

—Ella lo perdió, Camila.

—Y ella también logró seguir adelante, Lauren.

Era curioso cómo, de vez en cuando, ambas podían tener la razón.

Lauren suspiró mientras la miraba. Aun sentía lágrimas descendiendo por sus mejillas, pero aquellos brazos rodeando su cintura le hacían sentir que las mismas no tendrían por qué estar allí.

||Antes del Arcoíris - CAMREN||Where stories live. Discover now