Ú N D E C I M O

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Entre colores cálidos y oscuros,
nosotros tenemos
un sabor agridulce.

No hubo llamadas. Desde el día de la audición no he recibido ninguna llamada por parte de ellos, y ni siquiera sé si estuvieron interesados o no porque escapé del lugar cual corcho de botella. Pero supongo que tampoco importa mucho, aunque no haya figurado en la banda no me siento arrepentida, porque amé lo que hice.

Y tengo a los chicos a mi lado para seguir intentando.

Copio velozmente todo lo que aparece en la pizarra, la profesora de cálculo escribe muy rápido, si me descuido un segundo ya habrán puesto un ejercicio que yo no sabré resolver y ya de por sí cálculo es mi punto flojo. No quiero más horas extras de estudio en vano.

Una musiquilla interrumpe la clase sorprendiéndonos a todos, para preguntarnos quién será el valiente que no apagó su celular cuando entró la profesora Olga. Una vibración en el bolsillo de mi jean llama mi atención, abro los ojos tanto que casi se me salen, bajo mi mirada lentamente al teléfono sintiendo la respiración encolerizada de la docente. Oh, oh.

Santa Virgen de los tubérculos, tenme piedad.

-¡Fuera!

Cuando la cara de la alta mujer morena se torna roja sé que no quiero permanecer más en clase, tomo mis cosas y salgo del salón sin siquiera mirarle la cara. Parezco un ratón asustadizo. Una vez afuera suelto un suspiro de alivio. Casi muero en el intento. Bajo la mirada al celular en mi mano y contesto la incesante melodía.

-¿Sí?

Me masajeo la cien en un intento de aplacar mi creciente dolor de cabeza, más vale que esta llamada fuese algo importante.

-Buen día, ¿hablo con Mika Coleman? -pregunta una voz gruesa a través del aparato.

-Soy yo.

-Le llamamos por la audición, donde se representó la semana pasada, le notificamos que ha sido aceptada para ser una integrante en la nueva girl band. Le agradeceríamos que asistiera a la reunión que se efectuará el día Viernes 14 de Noviembre. Felicitaciones y buenas tardes.

Pestañeo con lentitud perpleja dejando la boca abierta de par en par, la mano en mi oído y la otra en mi pecho. Así persisto durante unos minutos procesando las noticias.

-Hola -Tyler quién pasa a mi lado con sus libros en mano, al ver que yo no devuelvo el saludo, sino que por el contrario permanezco inmóvil, se extraña- ¿Mika?, ¿estás bien?

Estoy en un claro estado de shock, y ¿tú preguntas eso?

Un aplauso para Tyler.

-¿Te sientes bien?

Por alguna razón, no puedo procesar muy bien lo que dice, sé que me habla, pero no sé exactamente de qué, algunas cosas las comprendo, pero hay otras que sinceramente no.

-Mika, ¿pasó algo? -pregunta tocando mi hombro y es como si de un botón se tratase, porque suelto el alegre grito atascado en mi garganta. El mismo que no me dejaba reaccionar. Tyler da un saltito alejándose, a su vez todos voltean a verlo.

Vuelvo a gritar y el tapa mi boca en una mueca.

-¿Qué te pasa? ¿te tragaste una bocina en el desayuno? -bromea, mientras doy saltitos con una gran sonrisa. O tal vez, Ava te dio más café del que es sano tomar -supone ante mi rareza.

-¿Escucharon esos gritos? -pregunta Ava saliendo del salón.

-¿Qué le diste a Mika? -cuestiona Tyler con los brazos en jarra.

Cajitas de CristalWhere stories live. Discover now