Capítulo 11: Sí

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Capítulo 11: Sí

Es sorprendente la cantidad de fotos y de personajes de una escuela captables a través de un anuario. Además, es sorprendente cómo la gente cambia a través del tiempo y es especialmente extraño darte cuenta de que una misma persona puede ser varias personas a través del tiempo. Lo sé, porque mientras reviso las fotografías de distintos anuarios (2003-2007) de Max y Ele voy notando varias cosas. La primera es que se parecen mucho y nadie podría asegurar que no son familia, al menos. Sin embargo, Ele es más rubio que Max. No del estilo cabello casi blanco, pero sí bastante rubio, además, comparten los mismos ojos azules. Lo segundo que voy notando es que, a medida que pasa el tiempo, la mirada de Max se va tornando más fría y dura que en las fotos anteriores. 

Es en esto en lo que más me detengo, porque no me parece normal. Algo debe haberle pasado para que se fuera endureciendo. Es más, parece mucho mayor que sus compañeros. ¿Tendrá relación con la muerte de Ele? Suspiro, revisando más fotos de Luciano esta vez. Pero es solo hasta la última foto donde se ve distinto. Posa para la foto, pero pareciera que no tenía ganas de hacerlo. Su ceño aparece fruncido y fastidiado. Su cabello rubio brilla con la misma fuerza, pero está desordenado y algo desaliñado.

¿Qué rayos pasó, Luciano?

En ese momento suena la campana que avisa el término del receso del almuerzo. Sé que debo correr para llegar a clases, pero me apresuro a tomar fotografías de todo lo que puedo y a guardar los anuarios en sus estanterías. El señor Jiménez aparece antes de que logre salir de la sala, pero no se molesta porque todavía sigo en la biblioteca. Me pregunta si he hallado lo que necesito y como le digo que sí, parece contento. Es un buen personaje en este instituto, así que decido visitarlo más seguido.

Me voy de vuelta a clases, y lamentablemente, tengo que pedir permiso para entrar al salón. Para mi mala suerte se trata del profesor de Física, así que, después de un regaño, al fin puedo ir a sentarme a mi puesto. Tanto Joaquín como Emilia me miran con extrañeza, pero como es la segunda la que está sentada junto a mí ella es la que hace la pregunta.

—¿Qué pasó? ¿Por qué llegaste tarde?

Me encojo de hombros y balbuceo algo sobre poner atención al profesor.

—No te vas a escapar de mi curiosidad, Maira—sentencia y suena bastante amenazadora.

A pesar de que quiero poner atención porque esta es una de esas materias en las que definitivamente no me va bien, estoy todo el tiempo pensando en los hermanos Hormazábal. Las manos me pican por tomar el móvil, cosa que hago, pero no busco nada. Emilia vuelve a ratos la vista hacia mí y no quiero que sepa qué es lo que me tiene así. Sin embargo, me mata la curiosidad, así que abro mi cuenta de Rostrum y en el buscador escribo el nombre de Max Hormazábal. Saltan varias personas llamadas de la misma forma. Sin embargo, encuentro al Max que busco al instante.

Tiene el mismo rostro que en las fotos que vi de los anuarios, pero ahora utiliza barba en el rostro y también parece menos rubio que antes. Sin embargo, a pesar de que es una fotografía apenas, todavía conserva la mirada dura.

Emilia me interrumpe golpeando mi pierna con su pie bajo la mesa y me hace un guiño para que mire hacia el frente. El profesor me mira con odio controlado y apunta un cartel que está por encima de la pizarra. "Móviles prohibidos en clases".

—Señorita, es la primera advertencia. La próxima vez se lo quitaré—sentencia.

Mi rostro se vuelve rojo de pronto, porque odio tener la atención de todo el mundo sobre mí. Joaquín tiene su mirada suspicaz sobre mí, al igual que Emilia, por lo que sé que, en algún punto, tendré que contarles a ambos de qué va todo. Guardo el móvil en mi bolsillo, pero no sirve de nada. No logro poner atención en ningún momento de la clase.

Más allá de lo visibleWhere stories live. Discover now