Capítulo 30

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Nos levantamos muy temprano en la mañana. Su vuelo se va a las nueve de la mañana y la cita en el aeropuerto es como siempre dos horas antes, así que necesitaba estar a las siete y nos despertamos a las seis.

Siempre las despedidas son emotivas, pero ya he crecido y sé que mi mamá estará bien. Lo malo es convencer a mi madre de que yo estaré bien sin ella por una semana.

Ya entregó las maletas pero no ha querido entrar a las salas de espera.

-Mamá, ya tienes que entrar. –Le dije.

-Quiero pasar más tiempo contigo.

-Mamá, solo es una semana, no va a pasar en nada malo.

-Lo sé, pero no me gusta dejarte sola.

-Tranquila. No haré ninguna fiesta si te sirve de consuelo. –Dije con consuelo.

-Claro que no, a ti no te gustan las fiestas.

-Ves, no pasará nada. Estate tranquila.

La acompañe hasta la fila para pasar los detectores de metales y nos despedimos ahí, justo antes de que se formara. Nos dimos un abrazo y ella se veía triste.

-Vete de fiesta, diviértete. –Dije. –Ve a un club y emborráchate con una copa de vino. –Ella rio.

-No puedo, soy tan vieja que no me dejarán entrar.

-Por favor mamá. O bueno, compra un perro caliente, de esos enormes.

-¿Quieres que engorde?

-Quiero que no te preocupes.

Le di un beso en la mejilla y le sonreí.

-Voy a estar bien mamá. Vete a formar que si no perderás el vuelo.

-Te amo.

-Yo también.

Nos dimos un último abrazo y me dio un beso en la mejilla. La acompañé a la fila y la vi formarse, hasta que estaba a punto de entrar y perderse de mí vista me vio y me dijo algo solo con los labios: Te quiero.

No me siento triste porque se haya ido pero me siento rara, nunca me he quedado tanto tiempo sola en mi casa. Esto parece simplemente irreal. Quedarse solo por una semana en su casa es probablemente uno de los más grandes deseos de cualquier adolescente que va en el bachillerato, menos el mío. A mí me da igual o hasta la idea no me agrada mucho por todas las responsabilidades de mantenerla limpia y cocinarme pero es una manera de madurar y hacerme responsable y lo ha sido desde que tengo quince años.

Salí del estacionamiento manejando mi coche. ¿Ahora dónde voy? Quiero ir a mi casa pero sé que de cierta manera me sentiré triste.

No sé qué hacer ni ahora ni una semana. No es que tenga planes y me haga planes pero ahora no sé qué planes pueda hacer. No tengo otra cosa que hacer así que me voy a mi casa.

Al llegar esta sola. Aunque es martes y sé que aunque mi madre no se hubiera ido estaría sola de todas maneras, pero se va a sentir más sola cuando sea de noche o en fin de semana.

Dejo entrar a mi perra a la casa y subí a mi cuarto. Las pocas horas de sueño hacen que me sienta más cansada de lo usual. Me quité la ropa quedándome solo con mi ropa íntima y así entre a mi cama para dormir y recuperar algunas horas de sueño.   

Tengo un sueño, un sueño muy extraño y electrizante que nunca antes había tenido.

Estoy en una cabaña cerca de un gran lago, el sol se está oscureciendo por el lago. Estoy sentada en una cama con sábanas blancas y la cama sin hacer a un lado de la ventana por donde veo el anochecer. Oigo un ruido detrás de mí pero lo ignoro por completo.

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